«Ha ganado el miedo», me comentaba este martes por la noche un residente venezolano explicándome el comportamiento del voto de sus compatriotas en las urnas del pasado fin de semana y que proclamó, una vez más, como vencedor a Hugo Chávez, que consiguió un 54,42% de los votos.
Pero ya sabemos todos que las apariencias engañan y el ganador no ha sido tan ganador. Simplemente ha sido el resultado de una propaganda política interior basada en el miedo. Y el miedo, ha vencido.
Muchos no lo sabrán, pero la verificación de la identidad en Venezuela para ejercer el voto se hace mediante la identificación de las huellas dactilares. Por este motivo, me explicaba este residente venezolano, la gente no ha dudado en votar a Chávez, ante las posibles reprimendas posteriores.
El mítin del día anterior sólo fue una última advertencia a sus ciudadanos, aludiendo a una posible guerra civil. Chavez es capaz de todo para que no se le escape el poder, y esa rueda de prensa a menos de 24 horas de las elecciones fue un claro ejemplo. En los últimos tiempos, las políticas estatales del presidente de Venezuela se han basado en la expropiación de terrenos, para la posterior construcción de edificios y no precisamente en pro del ciudadano, al que ha dejado con una mano por delante y otra por detrás.
Capriles lo ha intentado. Había aspirado a sacar a Venezuela de ese bucle pseudocomunista que se respira en el ambiente. Con barcos iraníes en sus puertos mercantiles. Con guiños a Korea del Norte. Con una atmósfera de temor en cada rincón de su isla.
No es tarde para hablar de las elecciones de Venezuela y así me insistió este amigo. No, ahora es el momento. Necesitan voces en el exterior. Ahora es cuando necesitan más que nunca que se siga hablando de ellos y de Capriles. Para poder combatir a esa incesante y continua propaganda de Chavez y que la voz de muchos venezolanos no se quede en el olvido.
Patricia Vico