Es una pena que el Gobierno de Mariano Rajoy ande tan preocupado con la ruina que les dejó el Olvidable ZP y su cohorte de mediocres ministros porque apenas le queda tiempo para abordar las reformas que necesita España. Muchas de ellas, por cierto, obligadas para modificar las ocurrencias del peor Jefe de Gobierno que ha tenido este país desde Manuel Godoy.
Y una de esas reformas, tal vez la principal, era la educativa ya que parte de los graves problemas que tiene España nacen de su mala política educativa.
Afortunadamente, la reforma se ha llevado a cabo y la cosa funciona. Tanto es así que aquellos ridículos personajes vestidos de verde, a que les preocupaba más la política que el magisterio, se han aburrido de protestar al darse cuenta que eran pocos y que nadie les hacía caso. Pero, en esta España de la disgregación, la reforma que en la calle ha sido recogida como un hecho afortunado, a algunos políticos les ha escandalizado y han puesto el grito en el cielo porque el ministro José Ignacio Wert haya decidido, por ejemplo, abordar el tema de la Educación en España desde su raíz y obligar a los alumnos catalanes, como alumnos españoles que son, a que sean capaces de vivir equilibradamente el orgullo de ser españoles con el orgullo de ser catalanes.
Entiendo que esos políticos enfermos de un nacionalismo catalán caduco hayan puesto el grito en el cielo porque les desmonta esa paranoia que les ha llevado a inventarse la Historia de España o a reescribirla, pero no entiendo a los socialistas. Es más, si yo fuera Rubalcaba me haría mirar esa obsesión que tienen los socialistas españoles por hacer oposición mirando siempre hacia atrás, pese a auto-denominarse progresistas, y no queriéndose dar cuenta que los españoles con menos de 40 años ya no se acuerdan de aquello que pasó entonces y, lo que es mejor, ni les interesa. Y menos, cuando les hablan de lo que sucedía en los años 60 porque eso no lo vivieron ni sus padres.
Pero hay que estar contentos con esa reforma del ministro Wert por muchas razones, aunque la haya apoyado el Presidente Rajoy sin ninguna reserva cuando, al preguntarle por la polémica, ha asegurado que, en materia educativa, lo que él quiere es que «todo el mundo se sienta orgulloso de ser a la vez catalán y español», y ha insistido en que el objetivo es una educación de mayor calidad que haga crecer la economía.
Y hay que estarlo porque, entre otras, si la reforma cabrea a los nacionalistas y a los socialistas del post Pensamiento Alicia del Olvidable, quiere decir que está en el buen camino.
Ahora, perdida la batalla de los vestidos de verde, se ha puesto en marcha una nueva iniciativa en su contra bajo un lema originalísimo. Muy propio, por cierto, de esa izquierda que añora los sesenta. El divertidísimo eslogan es ‘Lo que hay que Wert’. Vamos, que a mí casi me dio algo al ‘Wert’ tanto talento. Y todo para echar a andar una nueva jornada de huelga el día próximo 18. Una jornada de huelga que apoya, incluso, Federico Mayor Zaragoza, ese personaje inexplicable.
Pero dará igual. Porque España necesitaba una reforma educativa y el proceso ya no tiene marcha atrás.
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La sonrisa de la avispa