Por si teníamos pocos problemas se añade ahora el anuncio de una huelga general el 14 de noviembre. Extraña que los sindicatos hayan escogido esta fecha. ¿Por qué? Pues porque UGT y CC.OO. que pedían un referéndum sobre la reforma laboral a cambio de no convocar a la huelga -petición fuera de foco, visto que la reforma fue aprobada por mayoría en el Parlamento-, saben que los comicios gallegos del domingo van ser el test para medir el grado de aceptación, de resignación o del cabreo suscitado por los ajustes del Gobierno Rajoy.
Podían, pues, haber esperado sabiendo que las urnas son la encuesta más fiable. Un segundo motivo para expresar la extrañeza que causa la fecha elegida es la evidencia de que fuera de los círculos sindicales, en la calle, no se percibe ambiente de huelga. La huelga general es, o debería ser, la «última ratio», la bomba atómica, por decirlo de manera gráfica. Dos huelgas generales en menos de un año, es algo que en Portugal o Grecia sí, pero en España no tiene precedentes.
Más allá del derecho que respalda a los sindicatos para convocarla, cabe preguntarse acerca de su eficacia como instrumento de presión; preguntarse si tiene visos de conseguir que el Gobierno retire la reforma laboral. Visto como está la situación económica del país, la respuesta es que no. Por dos razones de peso: porque el Ejecutivo cuenta con el respaldo de la mayoría parlamentaria y porque, desde la perspectiva de la política neoliberal que impulsa Mariano Rajoy, la reforma es la respuesta a las exigencias de Bruselas y del FMI para avalar un eventual rescate o línea preferente de crédito.
Ya digo, el Gobierno no va a retirar la reforma laboral y los sindicatos lo saben, así que habría que volver a las preguntas. ¿No será que los sindicatos se obligan (sin necesidad) a sobreactuar para dar fe de que existen? Si así fuera sería una frivolidad imperdonable porque tanto Cándido Méndez como Fernández Toxo saben que con la economía española en recesión el impacto de una huelga general es muy dañino. Dentro y fuera de España.
Desde luego, aunque haya motivos para protestar, no es la forma ni el momento. ¿Por qué? Pues porque dar una patada a un cojo no es la mejor manera de ayudarle a caminar.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Fermín Bocos