miércoles, noviembre 27, 2024
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Pío Cabanillas Gallas: un estilo de hacer política

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El pasado día 22 tuvo lugar en la Real Academia de Jurisprudencia de Madrid, un emotivo homenaje a Pío Cabanillas Gallas, al que asistieron antiguos compañeros de gabinete como Marcelino Oreja, Landelino Lavilla, Soledad Becerril y Martín Villa, otros personajes de dentro y fuera de la política, que recorrieron con el político gallego fallecido hace 20 años distintos tramos de su vida: Antonio López, el expresidente José María Aznar, José Manuel García Margallo, actual ministro de Asuntos Exteriores; los empresarios Juan Abelló y Antonio Navarro; los periodistas Antxon Xarasqueta, Miguel Ángel Aguilar, Pilar Urbano, Antonio Casado, José Antonio Sánchez, director de Tele Madrid, entre otros.

La organización del acto corrió a cargo de su hijo Pío Cabanillas, que leyó un emotivo discurso, en el que resaltó aspectos de su vida personal poco conocidos: tanto en su papel de padre como de esposo de María Teresa, a la que él siempre llamaba «Blas», y que fue su compañera inseparable y apoyo incondicional en momentos tan convulsos como los que se vivieron a la muerte de Franco y hasta la instauración de la Democracia.

Una época muy enriquecedora, tanto en lo político como en el aspecto humano, ya que todos y cada uno de los que integraron aquella UCD liderada por Adolfo Suárez, tuvieron que empezar de cero, y enfrentarse a graves problemas, muchos de los cuales, no habían previsto en su hoja de ruta: crisis del petróleo, ruido de sables constante que desemboco en el golpe del 23 F, y para mí el peor de todos, el individualismo de sus lideres y las luchas internas dentro de la UCD, por ver quienes tenían más poder si los liberales o los demócratas cristianos, lo que les impidió permanecer unidos en el tiempo, y pasar a la historia como los grandes políticos que fueron.

Por boca de su hijo supimos también del empeño de Pío Cabanillas por educarle con total libertad, inculcándole el interés por la lectura, los viajes, los idiomas, y por todo aquello que pudiera abrirle los ojos a un mundo que él conocía bien, y gracias al cual, consiguió granjearse el respeto y el cariño de todos los que tuvimos la suerte de conocerle y admirarle por su gran sentido del humor, por su generosidad, por su capacidad para llegar a acuerdos que otros se consideraban incapaces de alcanzar. Debido en parte a su carácter gallego, del que tanto se ha hablado, y del que se podría escribir una tesis doctoral. Suya es aquella anécdota de dos que se encuentran en una escalera -Pío Cabanillas era uno de ellos, claro está- y

el que subía le pregunta al político: Pío ¿tú subes o bajas? Y Pío con ese acento tan característico suyo le contesta: depende…

Pío Cabanillas, como muchos otros de los que formaron parte de aquella generación de políticos llegados del viejo régimen, tuvo el acierto de ejercer la política de una manera que ya no se estila: respetando al adversario y tendiendo puentes para llegar a acuerdos que de otra manera no se hubieran alcanzado, y que tan buenos resultados dieron. Una forma de hacer política que se ha perdido y así nos va.

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Rosa Villacastín

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