Más de un 4 por ciento ha caído esta semana el IBEX 35 de la bolsa española. Suma y sigue pérdidas en medio de la publicación de distintas previsiones macroeconómicas para Europa en las que España no sale muy bien parada. No dejan de ser previsiones y como tales hay que tomarlas, pero es cierto que poco tienen que ver con las del Gobierno. Las divergencias van desde el ritmo de la actividad económica al cumplimiento del déficit o al volumen de paro.
Tampoco el resultado de las elecciones en Estados Unidos ha relajado a los mercados. La tarea allí es ardua y no tienen mucho tiempo para evitar un auténtico cataclismo que les puede llevar a decrecimientos del 4 por ciento y a millones de desempleados.
En nuestro país y a pesar de que el Tesoro ha colocado sin dificultad la deuda puesta a la venta y ya tiene hasta un colchón, la bolsa y la prima de riesgo se han comportado de forma negativa. El IBEX acumula una pérdida del 50 por ciento desde los máximos anteriores a la crisis.
Además, la claridad con que el presidente del BCE ha dicho que no podía garantizar un nivel de prima de riesgo si el gobierno pide el rescate y activa el mecanismo de compra de deuda fue un jarro de agua fría a las pretensiones de Mariano Rajoy expresadas esta semana en sus declaraciones públicas.
La clave sigue siendo el cumplimiento del déficit. Su reducción tiene que venir por el lado del gasto público y aquí se ven avances pero insuficientes, sobre todo en las Comunidades Autónomas donde se siguen acumulando las facturas sin pagar a pesar de que bastantes han recurrido al Fondo de Liquidez. Aquí se centra el foco de los analistas. Si España no es capaz de cerrar el año con un déficit en el entorno del 6,3-7 por ciento se nos van a echar encima y los problemas podrían agravarse hasta el punto de conducirnos al cumplimiento de más reformas, recortes y quizá a la petición de la ayuda.
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Carmen Tomás