miércoles, noviembre 27, 2024
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La huelga general vuelve a fracasar

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La huelga general prosaica del sindicato unitario CCOO-UGT ha vuelto a fracasar. Como estaba previsto, la ciudadanía ha ido, mayoritariamente, a trabajar demostrando su responsabilidad ante una crisis que provocaron los mismos que ahora se quejan de ella irresponsablemente. El poco apoyo que ha tenido ha sido consecuencia directa de la rancia violencia piquetera.

Este fracaso lo demuestra el hecho de que el consumo eléctrico apenas ha bajado un 11% cuando en la huelga general del 29 de marzo fue de un 15% y ya fue un fracaso.

Salvo en las algunas televisiones públicas en donde los sindicatos son más cerriles y en algunas empresas de automoción, en donde los sindicatos son más inconscientes aún, la huelga prosaica disfraza de política de CCOO-UGT ha sido, simplemente, una huelga de liberados. Y no todos.

El éxito de la huelga en las televisiones públicas entronca, curiosamente, con la idea que tienen el sindicato unitario y sus adláteres del significado de servicio público en relación con el derecho de los ciudadanos a ser informados. O sea, ninguna. A ellos no les gusta que se sepa lo que hacen.

Les va la clandestinidad, ese tic que aprendieron en el franquismo y que ya se ha convertido en todo un síndrome.

El éxito de la huelga en las empresas del sector del automóvil es peor aún ya que está en relación directa con lo poco inteligentes que son los sindicalistas. España no se caracteriza, precisamente, por tener una industria de la automoción propia. Aquí sólo se fabrican coches porque nos dejan hacerlo los alemanes, los franceses o los americanos. O sea, que estamos de prestado en el tema. Con lo que este parcial triunfo de la huelga en ese sector lo único que está consiguiendo es acelerar la deslocalización y que esas empresas de montaje de automóviles se vayan a países del Este o asiáticos.

Sin duda, este sindicalismo español vive en una realidad virtual. En un Matrix sindical de juguetes rotos. Una pena.

Porque el fracaso de esta huelga hay que relacionarlo directamente con la caducidad del sindicato convocante y con su descrédito ante la propia sociedad que dice representar, que está ya un poco cansada de tanta demagogia y de tanta defensa de intereses espurios.

Es más, debería hacérselo mirar, definitivamente, hasta llegar a su refundación, que es lo único que terminaría sacando de los poderes de decisión a sus viejos dinosaurios para lograr un sindicalismo moderno.

Y otra cosa, ya habrá tiempo de comentar el papelón que ha hecho el PSOE en este fracaso, toda una alegoría de su propia frustración como partido.

La Avispa- Estrella Digital

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La sonrisa de la avispa

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