Si yo hubiera sido Director General de RTVM, tras la machada de los caducos sindicatos UGT y CGT de mantener 24 horas la pantalla de Telemadrid en negro, hubiera decidido no volver abrirla más. Se acabó.
Se acabó el abuso y la salvajada de unos sindicatos cutres y antisistemas. Porque no hay una actitud más cerril y antisistema que la de atentar contra el derecho fundamental de informar. Aunque esos sindicatos de los medios suelen estar dominados, curiosamente, por técnicos.
Y como en esa casa ya es imposible hacer nada más allá de su consentimiento caciquil porque todo está demasiado viciado y cuesta mucho dinero mantenerla en pie, yo hubiera preferido dejarla cerrada y acelerar las acciones programadas para que se consiguiese privatizar lo antes posible y que todo volviese a la normalidad.
Pero eso era anteayer. Si ayer yo hubiera sido Director General de RTVM, cuando me hubiese enterado de que los cutres sindicatos UGT y CGT se habían cargado (en protesta, dicen, por el ERE) los espacios Alto y Claro y el Telenoticias pero, en realidad, porque en ellos se iba a criticar su absurda y fracasada huelga de anteayer y a mostrar la violencia de sus piquetes, hubiera decidido llevar la pantalla a negro de nuevo, pero por mi voluntad, y obrar, después, como en el primer caso. Porque está claro que no tiene sentido seguir emitiendo.
Esta tropa sindical lo que quiere es cargarse los informativos para que no se cuente su cutrerío. Y es que resulta paradójico que los que inventaron la manipulación en la propia RTVM porque la aprendieron de la RTVE de los grandes maestros de la manipulación que estuvieron con José María Calviño, se quejen de que se manipula en Telemadrid, cuando lo que no soportan, de verdad, es que se critique su vieja aspiración
marxista de imposición del pensamiento único. Para ellos, sólo lo suyo es lo correcto.
En los demás sólo hay manipulación. Curiosa forma de entender la imparcialidad. Pero eso fue ayer. Si, hoy, yo fuera Director General de RTVM y me fuera imposible, política y legalmente hablando, cerrar Telemadrid, intentaría que se acortasen al máximo los plazos del ERE y de la propia venta de la cadena.
Porque, aparte de ahorrar un dinerito importante a los madrileños, me encantaría ver la gallardía que tienen estos sindicalistas, machos alfa de los medios de comunicación, en situaciones menos favorables para su chulesco sindicalismo. Porque, posiblemente, ya se les haya olvidado lo que es redactar una noticia o cómo funciona un control de emisión.
La sonrisa de la avispa
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