Estamos en un fin de semana de elecciones y también de reflexiones. Así que servidor les invita a otro tipo de pensamiento profundo: se trata de Red Bull. ¿Ustedes lo entienden? Esta bebida que nunca he visto pedir en bares y restaurantes, resulta que se dedica a lanzar a un señor desde la estratosfera, por lo cual también abonó el billete de ida al espacio exterior. Esto es una demostración de poderío que supongo cuesta un pastón. Pero no contentos con eso, también, entre otras aventuras, se dedica a jorobar a Ferrari y de paso a Fernando Alonso en las carreras de fórmula uno con un coche que no está a la venta, ni se le espera.
Por ello me pregunto, ¿tanto margen tienen? Pues así debe ser, ya que parece que son gente limpia y trabajadora. Con decirles que su sede está cerca de Salzburgo, está dicho todo.
Hace años, servidor se explicaba a sí mismo que detrás de bebidas que languidecían en las estanterías de los pubs y restaurantes debían encontrarse la CIA, el KGB o el MOSAD, ya que no entendía como podían sobrevivir e incluso realizar inversiones en publicidad. Me evito dar nombres de las marcas ya que seguro que ustedes las han adivinado. El descubrimiento sobre el origen generalmente monacal de estos licores me descubrió la posibilidad de una intervención divina en el sector de las bebidas y aportó una solución a mis sospechas.
Detrás de bebidas debían encontrarse la CIA, el KGB o el MOSAD
Lo de Red Bull lo explican de otra manera: resulta que en 1987 un experto en marketing de origen croata, afincado en Salzburgo, llamado Dietrich Mateschitz, le dio por sacar las primeras latas del invento que está inspirado en una popular bebida del extremo oriente. Por lo menos eso es lo que dicen ellos mismos sobre su corta historia. Un milagro, en principio ateo, que en pocos años les ha llevado a una posición de liderazgo en el sector de las bebidas energéticas, del entretenimiento, de los deportes de riesgo y de lo que ustedes quieran.
Pero pese a esta explicación tan racional, uno no acaba de situar el fenómeno de la empresa sólo en lo terrenal. Insisto en la intervención divina como con las bebidas monacales. De alguna manera su publicidad nos invita a ser ángeles con sus alas y todo. Además no olvidemos que el eje germano-austríaco tiene buenas relaciones en la tierra y en el cielo a través de Angela Merkel y de Joseph Aloisius Ratzinger, más conocido como Benedicto XVI. Admito que puede ser una mezcla. Lo que me parece claro es que con estos padrinos se puede lograr perfectamente la materialización del viejo dicho: «A Dios rogando y con el mazo dando».
A servidor le hubiera encantado que algo tan español como la gaseosa La Casera hubiera conseguido tantos éxitos y así no hubiera caído en manos multinacionales. No pudo ser. Tal vez porque aquí se reza más a la Virgen María que directamente a Dios.
Pero esta ya es otra reflexión.
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Paco Fochs