No hay memoria de una campaña tan farragosa y mediocre como ésta que por fin ha acabado. A nuestros lectores catalanes les deseamos que la jornada de reflexión sea una verdadera jornada de alivio y que logren olvidar pronto este viaje a ninguna parte que la convocatoria electoral, innecesaria, inadecuada e inútil, puso en marcha hace quince insoportables días.
No hay memoria de una campaña tan farragosa y mediocre como ésta que por fin ha acabado
Los manifestantes del 15M gritaban – y siguen haciéndolo- que los políticos actuales no los representan. No es de extrañar. Pocas veces una consigna de manifestación ha tenido tanta profundidad, tanto sentido y tanta oportunidad.
Desde hace unos pocos años la evidencia de la baja categoría de quienes se dedican con éxito a la política es un hecho de difícil discusión.
Los ecos de aquella diputada autonómica de Madrid que tras cambiar con su voto la voluntad de los madrileños respondía en una comisión de investigación “No a todo” porque era incapaz de distinguir entre unas preguntas y otras, se han escuchado estruendosamente en este circo que ha acabado. Ha sido lamentable, bochornoso y desolador.
Ha sido lamentable, bochornoso y desolador
El espectáculo de Mas, la zafiedad del discurso, los aires totalitarios de la mayoría excepcional y la confrontación entre “los hunos y los otros”, que bien hubiera podido repetir Unamuno en estas fechas que habría que arrancar con desprecio del calendario, son la muestra palmaria del ínfimo nivel político de las nuevas autoridades de este tiempo, y a la zaga de esto partidos incapaces de hacerse oír con propuestas, programas, proyectos y medidas de gobierno que estimulen la autonomía personal y el pensamiento crítico de los votantes para que puedan decidir con criterio sobre su sufragio.
El colmo ha llegado con el cruce de acusaciones sobre cuentas en Suiza y manipulación de informes, uso arbitrario del aparato del estado o fiscales contra fiscales, y la guinda puesta por el SUP ayer por la mañana. Valga como anécdota representativa de a qué se enfrentan los catalanes para tomar su decisión, el tragicómico espectáculo de Sánchez-Camacho mostrando en televisión una cuenta con tres sumandos y un resultado erróneo. Ni para sumar tres conceptos nos vale esta gente.
Se acabó. Y a olvidar. Bueno, antes algunos tienen que ir a votar. Menuda papeleta.
Análisis Estrella