Como ustedes ya saben, en estos días, aparte de elecciones catalanas, también se han elegido las estrellas Michelin que premian la calidad de los restaurantes. He querido apoyarme en esto último para realizar mi columna, pues de lo otro ya van servidos. El problema es que soy una nulidad como cocinero y un lamentable gourmet, circunstancia que debo agradecer a las exóticas cocinas de los colegios que alimentaron mi infancia y juventud, ya sea en régimen de mediopensionista o interno.
Pero pese a este dechado de ignorancia, voy a referirme a un plato que se ha puesto de moda ya que tanto desde instancias oficiales, como desde otras de cualquier signo político, citan en todas las tertulias y manifestaciones. Se trata del «caldo de cultivo», que no es un plato sino una expresión que podemos traducirla como ambiente para que se desarrolle una cosa contraria a la que ya existe.
Hay que tener cuidado con la crítica a los políticos pues se crea un caldo de cultivo en contra de la democracia
Debo decirles que este temeroso «entrante» no me gusta. Lo siento. En especial cuando se cita como advertencia: «Hay que tener cuidado con la crítica a los políticos pues se crea un caldo de cultivo en contra de la democracia». Eso es lo que dicen. Es decir: no critiquen a un futbolista, pues ponen en peligro al futbol. Ni a un actor, pues el cine o el teatro pueden desaparecer. Lo curioso es que lo dicen gente que alguno de ellos tiene mi más completo respeto.
Así que uno, que es obediente, no desea poner en peligro la democracia que estos señores ven tan débil. Por ello no voy a participar en el guiso de tan desafortunado caldo. Además, debo comentar que mi auténtica «pesadilla en la cocina» no necesito cocinarla, es una reacción entre física y psíquica que no puedo controlar.
Verán: últimamente padezco a menudo un síntoma que supongo ustedes conocen; se llama vergüenza ajena. Es una reacción que supera la mera opinión contraria, la crítica, la ira, la indignación e incluso a la pena. Confieso que en algunos momentos de la anterior legislatura también la sentí. Es muy desagradable. Te ataca cuando pretendes informarte de la actualidad. Los motivos son variados: pueden ser declaraciones de una autoridad totalmente superada por los acontecimientos, tal vez un video defendiendo la sanidad privada, unas comisiones de investigación boicoteadas por quienes las han organizado, una trama de corrupción urbanística o cualquier otra circunstancia estremecedora.
En estos casos me pregunto: ¿Quién ha engañado a estas personas para dedicarse a tan noble oficio? ¿Porqué razón están jorobando su vida y de paso la nuestra? ¿No existe alguien que les quiera y les diga que están haciendo el ridículo? ¿Quién está guisando realmente el famoso caldo de cultivo?
Que conste que no critico, más bien estoy preocupado porque como estos ataques de vergüenza ajena sigan así, se me va a quedar cara de dirigente de Convergència i Unió en la pasada noche electoral.
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Paco Fochs