El aniversario de la Constitución pasa sin pena ni gloria, como jamás había sucedido en estos 34 años. Lo que yo siento es pena, amargura y vergüenza en estos días y mi reflexión es que desde el Gobierno y su partido nadie cree en la Carta Magna, en consonancia con aquellos dirigentes de la derecha que no la apoyaron en su momento, aunque Fraga sí lo hiciera a la hora de la verdad. A estas alturas, las grandes innovaciones del texto fundamental de 1978 aparecen capitidisminuidas o simplemente burladas por una importante porción de la clase política, principalmente del PP gobernante, que se aplica con denuedo en su defensa cuando cree que va a favor de sus ensueños de turno y que la defenestra cuando piensa que va contra sus intereses o sus convicciones íntimas. Los contenidos sobre educación, sanidad y derechos sociales, que han sido básicos para cimentar el Estado democrático y de bienestar ya vemos que figuran como protagonistas de la banda social que sufre los ataques de los nuevos gobernantes. Y los contenidos más directamente políticos, idem de idem.
Desde el Gobierno y su partido nadie cree en la Carta Magna
Los nombres del ministro José Ignacio Wert y del expresidente de CEOE Gerardo Díaz Ferrán, por muy distintos motivos, acaparan estos días titulares de prensa e informativos de radio y televisión. El primero, por su gran empeño en trasladar a la realidad legislativa y fáctica las ensoñaciones ultraderechistas que le invaden. Por cierto, o yo estoy idiota del todo o cuando yo lo conocía y trataba este hombre no era así ni mucho menos. Y el segundo, por su terrorífica voracidad acaparadora y su presunto empeño en quedarse con lo que no es suyo y en engañar a Gobierno, instituciones, empresarios y ciudadanos. Políticamente, Wert se lleva la palma de los despropósitos y de las locuras privatizadoras y su ensañamiento contra la lengua y la cultura catalanas, que figuran entre nuestros más preciados bienes. Hasta aquí, algunas breves notas sobre el clima político y emocional que a muchos nos lleva, como dije, a la pena, la amargura y la vergüenza en el 34 aniversario de la Constitución Española.
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Pedro Calvo Hernando