El anunciado regreso de Berlusconi es una mala noticia para la política italiana, la democracia y para el conjunto de los países de la Unión Europea. El ‘cavaliere’ es el personaje más representativo de las peores formas de entender el ejercicio del servicio público. Lo hace aplicando ventajosamente para sus intereses un concepto del Estado que se nutre de populismo por un lado y de corrupción por otro.
El regreso de Berlusconi es una mala noticia para la política italiana, la democracia y para el conjunto de los países de la Unión Europea
Además, su regreso a la primera línea modifica sustancialmente el mapa de estabilidad financiera que se había logrado establecer, al menos relativamente, en la Europa del sur. Los movimientos internos de la política italiana actúan como detonantes de movimientos especulativos en los países aquejados por los mismos problemas económicos que Italia, y singularmente el nuestro. Berlusconi es un hombre sospechoso de entender patrimonialmente el ejercicio del poder, se siente propietario de la verdad, se mofa de sus adversarios y sus formas crean irracionalidad en las relaciones internacionales dentro de la Unión. Todos recelamos de las políticas de Merkel, pero eso no implica sacudir a la ciudadanía con un mensaje de confrontación nacionalista que tiene un recorrido peligrosísimo si atendemos a la historia no tan lejana del continente.
Y por si fuera poco, la dudosa moralidad del líder del partido populista que fundó, es un acicate para descomponer los valores de identidad democrática y de cohesión ética que debe arropar a la política y definir a la democracia. Su regreso, irritante para unos y folclórico para otros muchos, cuenta con un cierto respaldo lamentable entre los italianos aquejados por la crisis. Es sin duda una muy mala noticia.
Editorial Estrella