Hubo un tiempo en que Madrid era el rompeolas de España. No lo digo yo. Lo dijo Antonio Machado. Luego, popularmente, se decía aquello «De Madrid al cielo», alabando las bondades de la capital de España. Eran otros tiempos. Ahora, vivir en Madrid es un sufrimiento. Y sirva como ejemplo este dato: las dos semanas que quedan de 2012 van a estar protagonizadas por las protestas diarias, convocadas por distintos colectivos. Colectivos que van desde la marea de batas blancas (tirando a marrón), hasta los teatros municipales (hormiguero de enchufados), pasando por EMT y Metro (‘secuestradores’ de usuarios), funcionarios (en defensa de privilegios), Telemadrid (con su violencia), pensionistas (politizados) y jueces o fiscales (para mantener sus momios)… Y no incluyo a los profesores porque tienen la suerte de estar, en estas fechas, a punto de irse unos días de vacaciones y están tranquilos, ni a los trabajadores de Iberia que han dado ejemplo de seriedad llegando a un preacuerdo con la empresa.
Ahora, vivir en Madrid es un sufrimiento
Aún sin ellos, como digo, saldremos a manifestación por día. Y, además, todo en Navidad, cuando a los madrileños les gusta ir al centro a comprar o a echar un ratito.
Los sindicatos, ya lo he dicho alguna vez, han perdido la batalla de las huelgas generales y de las grandes manifestaciones y ahora hacen oposición política sectorial aprovechando el descontento generalizado de la ciudadanía. Y les da todo igual.
Pero no hay por qué quejarse mucho por tener una manifestación al día en estas fechas tan entrañables, ya que el año nos ha dado una media de 10 diarias, aunque esa media subió a 14 diarias en el periodo del 17 de julio al 26 de septiembre.
Más aún, la cifra ascendió hasta las 33 manifestaciones y concentraciones diarias si se contabiliza desde el 17 al 31 de julio. Destacan, igualmente, las 65 manifestaciones del 27 de julio (59 de ellas no autorizadas) o las 61 del 20 de julio (55 no autorizadas).
Las huelgas y manifestaciones han subido un 97,97 por ciento con respecto a 2011
Para hacerse una idea de la locura, en este 2012, las huelgas y manifestaciones han subido un 97,97 por ciento con respecto a 2011, un año en el que el Olvidable ya había convertido a España en una ruina pero nadie decía nada.
Es cierto también que estos profesionales de la algarabía son pocos pero también es cierto que tienen colapsado Madrid.
Vivir en Madrid ya es para volverse loco. De hecho, un madrileño que pague sus impuestos, le hayan bajado el sueldo o lo hayan despedido, tiene estas posibilidades: No puede viajar en metro ni desplazarse en autobús para ir a arreglar sus papeles del paro o resolver algún asunto a un ministerio; no puede demandar en los tribunales a su antigua empresa porque hay paros en los juzgados; sus hijos no pueden ir a la universidad porque allí no hay clases; su padre no puede ir al médico por la huelga y, encima, tampoco puede quedarse en casa viendo Telemadrid porque los sindicatos la llevan a negro cerrilmente. Ya me contarán el panorama.
Eso sí, tiene que seguir pagando sus impuestos para que todos estos genios de la bullanga sigan cobrando… Porque el problema real de todo esto es que ninguno de estos colectivos en pie de guerra quiere perder privilegios.
La Avispa
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La sonrisa de la avispa