En su imparable huida hacia adelante, víctima de sus propias palabras y de confundir los deseos de sus electores con los del independentismo radical, Artur Mas se encamina a la colusión y al precipicio. No tiene, el presidente de la Generalitat, aspecto de querer auto inmolarse, por lo que el año que comienza promete un choque de trenes con el Gobierno de Rajoy si antes no acaban con él su nuevo compañeros de viaje, Esquerra Republicana, que tantos despropósitos obligo a cometer al tripartito de Montilla. El pasmo y asombro de esa burguesía catalana, que siempre votó Convergencia porque eran «los nuestros», además de gente de orden y conservadora, no es descriptible. Como no lo es la irritación del empresariado catalán al ver que «los suyos» se alían con su peor adversario y comienzan a imponer impuestos como el del patrimonio que tanto costó quitarse de encima. En esa carrera sin mirar atrás, el presidente se ha topado con el Rey que en su mensaje de Nochebuena intentó, al parecer sin éxito, ser tan suave que resultó anodino.
Artur Mas se encamina a la colusión y al precipicio
Posiblemente el Monarca, consciente de los graves problemas que tiene en casa, no ha querido meter el dedo en el ojo a nadie. Pero Artur Mas no encontró un momento para verlo, y eso que este año se ha trasmitido en todas las lenguas del Estado e incluso por YouTube. Pese a no oírlo algo le debieron contar porque le respondió diciendo que si se querían sumar, pero a la UE. No añadió que Europa, de momento, les ha dado con la puerta en las narices, porque resulta poco lógico separarse de uno para estar con los demás.
Dado que sus socios de ERC le empujan sin retorno hacia una convocatoria de referéndum, que él pensaba dilatar en el tiempo, no cesa en hacer llamamientos a los socialistas catalanes para que no le dejen solo. Y el PSC, siempre en su laberinto, no sabe que quiere ser de mayor. Ahora, que tendría tan fácil hacer oposición criticando no solo a Convergencia sino también a los izquierdistas de Esquerra que van a tragar con todos los recortes que se avecinan; ahora duda en si debe o no echarse al monte del independentismo.
El PSC, siempre en su laberinto, no sabe que quiere ser de mayor
La ola del problema alcanza a la dirección socialista de Madrid que no tiene capacidad orgánica para meter en vereda a sus compañeros catalanes y que discrepa abiertamente de la convocatoria de referéndum. Rubalcaba se enfrenta a otro problema más de contestación interna con las manos atadas, mientras Carme Chacón hace mutis por el foro.
Entre los problemas del Rey con su yerno y la fatídica cacería que tanto contribuyó a dañara la imagen de la institución (el discurso tuvo una escasa audiencia), y los de Rubalcaba con su organización, los únicos que podrían quedar libres para frenar al secesión catalana son el PP y el Gobierno. Pero con su nacionalismo de vía estrecha y su consuetudinaria costumbre a no pactar, van a ponerlo todo muy difícil. Tanto como los procelosos tiempos que se avecinan.
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Victoria Lafora