La sanidad pública madrileña está en plena acción reivindicativa contra la privatización anunciada por la Comunidad de Madrid y a la que el Pleno de la Asamblea ha abierto camino. En las semanas de huelga que han transcurrido, se han cancelado casi 40.000 consultas y 6.200 cirugías programadas. Las altas hospitalarias han caído un 42%. Pero la Consejería de Lasquetty o lo que es lo mismo, el gobierno de González, se ha negado a negociar razonablemente con los representantes de los profesionales sanitarios.
González se ha negado a negociar razonablemente con los representantes de los profesionales sanitarios
Ahora no se puede despachar la protesta con la misma frivolidad con que se hacía antes, acusando a los huelguistas o trabajadores que ya advertían de que esto iba a ocurrir y de que iba a ocurrir así, con una privatización irrazonada y mucho menos cuantificada, lanzando invectivas de mamandurrias y todas esas chusquerías. Y ya no se puede acusar a los huelguistas de ser agentes de Moscú, delegados chupópteros ni todas las filigranas habituales en el lenguaje del dueto que gobierna Madrid desde hace años. Quienes se rebelan son los médicos de guardia, los médicos de familia, las matronas, los cirujanos, los espacialistas, las enfermeras y no sólo los delegados de las centrales sindicales, sino profesionales de reconocido prestigio profesional y social. El mérito de González es haber movilizado a toda la sanidad contra su política, algo imposible hace no tanto.
¿Y ahora qué? «Modular» el derecho a la huelga. Si bien es cierto que los datos son alarmantes por las consecuencias inmediatas en la salud de los ciudadanos y por lo que sucederá en un futuro en el que la sanidad será otro negocio más como Eurovegas, no vale con «pasar la pelota» al Gobierno por no regular un derecho constitucional a la medida de la incapacidad para acordar o negociar del señor González. La responsabilidad es de González y de su forma de gobernar, tan parecida a su forma de muñir sus intereses personales.
El señor González no sabe gobernar. Es la única conclusión posible
A Ignacio González ya le advirtieron en su partido de lo que suponía el paso que iba a dar, y le dio igual. Ahora, el caos reina la sanidad como ocurre con la televisión y el transporte.
El señor González no sabe gobernar. Es la única conclusión posible; sólo sabe aprovechar el gobierno. Por eso los profesionsles de la salud se echan a la calle en la marea blanca y el Gobierno de su partido le llevará al Constitucional. Bochornoso.
Editorial Estrella