El problema de faltar de forma continuada y sistemática a la verdad, consciente o inconscientemente, es decir, por actitud deliberada o por proteger el secreto cada vez más imposible de guardar de los beneficiarios de la amnistía fiscal, es que acaba por no saber uno mismo lo que acaba de decir a las preguntas insistentes y necesarias de los medios de comunicación.
«Insistir en ocultar el verdadero calado de la utilización de la amnistía fiscal, acabará por llevarse por delante a quién está detrás»
Así lo reconocía Beatriz Viana, directora de la Agencia Tributaria, tras un encuentro con la prensa; lo que pasa es que lo hacía sin saber que se la estaba escuchando. Una muestra más de la deriva impresentable que este tema ha tomado y una demostración más de la incapacidad de los gestores públicos para mantener o defender su propia y turbia gestión y la lógica y natural pérdida de nervios con su consiguiente metedura de pata.
Las revelaciones tardías son siempre peores que las declaraciones abiertas y sinceras hechas por iniciativa propia. Insistir en ocultar o tapar el verdadero calado de la utilización de la amnistía fiscal por los presuntos sospechosos de delincuencia asociada a la trama Gürtel y la falta de explicaciones transparentes, acabará por llevarse por delante a quién está detrás de semejante situación.
Un abogado de los implicados de la Gürtel afirmaba, este no se sabe si consciente o inconscientemente, que la amnistía estaba pactada y hecha a su medida. Esa hipótesis cobra veracidad en la medida en que la confusión interesada se impone.
Si la situación de Ana Mato, como dice nuestra directora Patricia Vico, es insostenible y está en jaque mate – o Mato -, la de Montoro es de jaque. Veremos como acaban ambos, y si lo hacen devorados por la Gürtel mientras los promotores se van de rositas gracias a ellos.
Editorial Estrella