Si renuncia hasta el Papa no se entiende que otros no puedan abdicar y ya no digo algunos dimitir. Benedicto XVI ha dado un paso sin precedentes en la historia. Por voluntad propia, sin que nadie siquiera lo insinuara y atendiendo a su propia razón y conciencia, estimando que la edad y la merma de sus facultades lo aconsejan por el bien de su Iglesia y de sus fieles, ha tomado esa extraordinaria decisión que ha dejado asombrado al mundo entero.
Más allá de que se sea o no creyente y católico el hecho supone un verdadero aldabonazo y una llamada a la reflexión para aquellos que se aferran al poder o a los cargos cuando todo indica que lo mejor para la institución que representan, para los partidos a los que pertenecen y para las gentes a quienes representan, e incluso para ellos mismos, es su abandono de los mismos.
Los hay también en nuestra jefatura del Estado donde la situación de alguno de sus miembros se vuelve cada vez más insostenible
En nuestra convulsa España tenemos en estos momentos muchos y variados ejemplos de la conveniencia de actitudes similares. Y para que nadie lo tome por donde no va, que conste que no me refiero al presidente del Gobierno cuya dimisión se pide casi por precepto opositor obligado haya o no motivos para hacerlo. Pero si que hay casos muy señalados en su Gobierno, en su partido como los hay en los otros que ahora les señalan sus pecados mientras tapan y ocultan los propios. Los hay también en nuestra jefatura del Estado donde la situación de alguno de sus miembros se vuelve cada vez más insostenible y donde los daños de imagen son cada vez más notables. A uno le entristece profundamente esa pitada al Rey y al Himno en Vitoria y cree que no debe tolerarse ese comportamiento insultante para todos nunca más (si fuera necesario se suspende el evento) pero no puedo dejar de pensar que ciertos decibelios se han sumado debido a un descrédito creciente que puede poner en solfa la propia transmisión de la Corona si la situación sigue deteriorándose cada vez más.
Pero también me alcanza otra reflexión a vuelapluma al meditar sobre la renuncia papal. Cuando uno renuncia ha de hacerlo de verdad y con todas las consecuencias. Y lo digo por quien lo hizo de la presidencia de una Comunidad y de sus responsabilidades para con unos ciudadanos que la habían elegido, pero que resulta que otras cosas sí que tiene tiempo y voluntad.
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Antonio Pérez Henares