viernes, enero 10, 2025
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Lección del Papa

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Sería un recurso demasiado fácil establecer un paralelismo entre la decisión de Joseph Ratzinger y los dirigentes políticos que estos días se niegan a cuestionarse su continuidad al frente de un cargo público. Benedicto XVI no ha dejado espacio para un debate teológico ni para una revisión de su decisión, ha anunciado un hecho y así se cumplirá. Imagino a los octogenarios y nonagenarios cardenales, creados por voluntad papal, asomándose al angustioso vértigo de introducir en su vocabulario el sustantivo dimisión.

Impresiona que en una institución milenaria, con una incapacidad manifiesta para adaptar su discurso al tiempo que vive en presente y con un asentamiento en una importantísima parte de la humanidad, si no como confesión de fe, si al menos como autoridad moral de muchos millones de seguidores y, por tanto, objeto de respeto de otros tantos millones, y de sus gobernantes, se produzca un cambio tan importante en el mismísimo eje sobre el que se organiza toda la estructura de su planteamiento. La infalibilidad y la verticalidad impedían, hasta ahora, que en cualquier circunstancia que se planteare, se diera un cambio como el que ayer se ha anunciado. Impresiona, sí.

Ratzinger resultó ser intelectualmente sobrio e intachable en la manifestación clara y rotunda de sus convicciones más allá de la ortodoxia

¿Se moverá algo en la Iglesia? Algunos analistas y expertos señalan que el Papa alemán ha sucumbido a las conspiraciones que tuvieron la punta de su iceberg en la detención de un mayordomo-espía al servicio de algún interés que todavía nos permanece oculto.

Llegado de los supuestos sectores más ortodoxos de la curia, Ratzinger resultó ser intelectualmente sobrio e intachable en la manifestación clara y rotunda de sus convicciones más allá de la ortodoxia, ya expresadas en la Congregación para la Defensa de la Fe; pero, en cambio, resultó extraordinariamente incómodo para las sectas habituales en los entornos del Vaticano desde el papado de Pablo VI, el Opus Dei, Comunión y liberación, movimiento Neocatecumenal o la insólita Legionarios de Cristo, cuyo fundador permanece sometido a una investigación que desagradó a sus seguidores.

Otros afirman que la confusión de intereses éticos, morales y teológicos con otros más mundanos como las cuentas vaticanas, la culpabilidad de la pederastia desvelada por todo el mundo, y los juegos de poder en el ámbito de la sociedad italiana, y sus ramificaciones interesadas, han sido el taladro constante e insoportable que ha padecido el pontífice y que le ha llevado, derrotado, a dejar el poder en manos de los conspiradores.

La Iglesia es un asunto muy serio que siempre pasa por ser un asunto muy turbio. El gesto del líder sumido en la angustia de un ministerio pletórico de dificultades, obliga a ver más allá de lo inmediato y a refugiar la mirada en el hombre angustiado por sus debilidades para, acto seguido, enfocar la atención en la lección de prudencia y entereza que ha dado este anciano que abandona la verdadera clave de bóveda de la religión católica para sumirse en el silencio y la soledad de un convento de clausura, más allá de pecados tan pueriles como la egolatría y la vanidad, tan al uso de otros gobernantes menos cualificados y más ambiciosos, capaces de sumir a sus seguidores en las más absolutas de las tinieblas con tal de participar del festín del poder al precio que sea y sobre quién y como sea. De eso, por aquí sabemos mucho.

Una lección magistral. Y en latín, como debe ser.

Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital

Rafael García Rico

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