lunes, noviembre 25, 2024
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Cuando España agobia

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No nos cabe un sobresalto más, ni un matón más, ni un presunto corrupto más, ni una escucha más, ni una rubia más, ni un personajillo más, ni más silencios ni más ruidos. No podemos con el más despropósitos, ni más ocurrencias, ni más charlatanerías, ni más cotilleos peligrosos, ni más frivolidades. No nos cabe ni un ápice más de nada de esto porque, poco a poco, nos está llegando el agua al cuello.

Hay que aguantar el tirón y en la medida de lo posible mantener la serenidad

Para los que amamos a nuestro país, España es lo más parecido a un hijo difícil o enfermizo. Se le adora. Se le quiere incluso más que a los demás precisamente por sus debilidades pero -¡para que engañarse!- también agobia. Y eso es lo que pasa con España, que comienza a resultar agobiante, al menos para los que, por profesión y devoción -entre los que me encuentro- dedicamos buena parte de nuestra vida a seguir y escudriñar los acontecimientos.

Los hechos se suceden de tal manera que cualquiera diría que estamos ante la tormenta perfecta. La crisis nos tiene agotados y sus consecuencias en forma de paro y de gentes que comen caliente gracias a la solidaridad de vecinos es ya muy difícil de digerir, pero si a esto añadimos Bárcenas, Urdangarin, la consulta de Mas, el registro de la sede del PP, el chalet de Blanco, el «sinvivir» del PSC y el PSOE, el salto a la fama de Olvido Hormigos, el posado de Corina -¿por qué eso de «serenísima»?- y lo que el futuro nos pueda deparar, estarán conmigo que entran ganas de salir corriendo.

Pero no. Hay que aguantar el tirón y en la medida de lo posible mantener la serenidad y una pizca de buen juicio para no caer en el abatimiento o en la frivolidad, de manera que se pueda recuperar un resquicio para el discernimiento y así admitir que «imputado» no significa «culpable», que la perplejidad ciudadana no obedece a conspiración alguna y que no se acalla con el silencio, que mejor no anunciar aquello que no se va a cumplir, que los jueces actúen con celeridad y la policía con eficacia, que la soberbia sectaria deje espacio para no condenar al «otro» antes de tiempo, que la endogamia no llegue al ridículo de creer que «los nuestros» son siempre los buenos, que ya vale del «y tú más» para cambiarlo por el «juntos, podemos».

Los políticos deben estar dispuestos a la más profunda de las catarsis para recomponer tanto estropicio

En estos momentos de zozobra e inquietud, nuestros responsables políticos están llamados a dar la talla, a olvidarse de si mismos para pensar en todos. Deben estar dispuestos a la más profunda de las catarsis para recomponer tanto estropicio. Y nosotros, los periodistas, no nos debemos llamar a andanas. El «frikismo» y la presión de la muchedumbre que se oculta en «twitter» amenaza con llevarse por delante una de las profesiones más dignas y bellas de cuantas puedan existir.

España me agobia tanto que el que Elena Valenciano haya sacado un dedo al famoso «twitter» me parece una estupenda noticia. Hoy espero con atención el parte médico en el que nos digan que la operación del Rey ha salido bien.

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Charo Zarzalejos

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