Con referencia a la corrupción con la que convivimos en este país y que ha convertido la atmósfera en irrespirable, se nos dice que la solución a todo el problema vendría dada por una denominada Ley de Transparencia que se aplicaría a todo lo que se menea.
Y yo no es quiera ser aguafiestas, pero es que con respecto a las leyes, sin más, creo que sirven de poco. España, que es un país con innumerables leyes, hasta el punto de que somos objeto de sorna por ese tema, a su vez tiene la cualidad de hacer bastante poco para que se cumplan. Creo que serían preferibles pocas y que se cumpliesen a rajatabla.
Más que una nueva Ley para atajar la corrupción lo primero que se precisa es una justicia independiente y con medios
Por tanto, más normas, si no van acompañadas de un cambio por el que la justicia incremente sus medios y deje de estar en gran medida en manos del poder ejecutivo y de otros poderes, quienes la manejan desde la sombra, no servirían de nada y tendrían tan sólo un efecto de maquillaje y anestésico para la opinión pública.
No tiene sentido que el caso Pallerols, por ejemplo, haya estado 16 años en los tribunales para acabar en un acuerdo de restitución de lo apropiado. No es de recibo, es de cachondeo y propicio a la indignación.
Y no sólo es la justicia la que necesita cambios, porque si nos fijamos en el Tribunal de Cuentas, órgano fiscalizador por antonomasia, que ve como sus representantes son elegidos por aquellos a quienes tiene que fiscalizar y que, además, le dejan corto de recursos, deja de sorprendernos que estén todavía revisando los datos del año en que los musulmanes llegaron a la península, ya que así no ofenden a nadie, como mucho a D. Rodrigo, pero vamos que no creo que les incordie.
Y además, con respecto a las voces que hablan de reformas de la ley de financiación de los partidos políticos, no seré yo quien no se sume a esa iniciativa. Creo que sí que sería necesaria una mayor transparencia y una menor hipocresía en esa área. Pero no debemos engañarnos, personas como Bárcenas, Aida Álvarez o Urdangarín las habrá siempre. Gentes que se servirán del sitio en donde militan y/o de sus cargos y puestos para aumentar su patrimonio personal es algo tan viejo como la humanidad.
Por tanto, y para resumir, bajo mi punto de vista, más que una nueva Ley para atajar la corrupción lo primero que se precisa es una justicia independiente y con medios, que sea igual para todos de verdad y que no tolere presiones de otros estamentos, a la vez que imparte justicia en tiempo y forma.
Lo más importante de todo para acabar con la corrupción es querer hacerlo de verdad y eso implica a la sociedad
En segundo lugar se precisan entes fiscalizadores independientes que se pronuncien en tiempos razonablemente cortos acerca de los temas que les competen y no «at calendas graecas».
En tercer lugar, son necesarias rotaciones en los cargos públicos especialmente sensibles y limitaciones temporales de los cargos políticos. Nadie debe estar eternamente sentado en la poltrona porque termina sintiéndose «El Emperador al que todo le está permitido» y ya estamos hartos de verlo en muchos comportamientos.
En cuarto lugar, medios libres y no controlados por los poderes fácticos del país, con libertad de prensa, pese a quien pese y caiga quien caiga, sin personas o estamentos protegidos a los que se les encubre y tapan las vergüenzas, porque como vemos ahora, de aquellos polvos, estos lodos.
Y por último, y lo más importante de todo para acabar con la corrupción es querer hacerlo de verdad y eso implica a la sociedad, incluyendo todos los estamentos públicos y privados, en una lucha continua para acabar con ella.
José Luis Martín Miralles-Estrella Digital
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