Primero, decirte que me hubiera gustado no tener que escribir esta carta. Me siento indignada. Como muchos y muchas.
Hace unos años coincidimos en una charla de “Aquellos Jóvenes” con Rafa, Oti, Ángeles, Isa y otros muchos compañeros y me acuerdo de que tratamos el angosto camino de las mujeres para poder llegar a la política. Todos los logros que supusieron esfuerzo y trabajo, agravios y alegrías, rabias y alegrías me producen un profundo respeto. Admiro a aquellas personas de las que puedo aprender y ese día, en aquel lugar, había mucho que admirar y mucho de qué aprender.
Hemos abierto demasiados boquetes en este partido por donde es mucho más fácil que entre tanto virus y tanta bacteria
La integridad, la inteligencia, el compromiso y la coherencia es letal para quienes no tienen argumentos y precisan de la amenaza para atacar las ideas de los demás ante la imposibilidad de poder tener alguna propia que defender.
Has demostrado algo que me hace admirarte aún más y es que has antepuesto los sentimientos a todo lo demás. Yo no concibo la política de otra forma que no sea desde el puro sentir que nos acerca a la gente, nos reconcilia con la vida, nos hace sufrir las injusticias como propias o derrama lágrimas de alegría.
Eso es algo que jamás podrán entender los que han demostrado esa paupérrima catadura moral de esconderse tras el anonimato cobarde en el ataque a quienes jamás hubieran tenido que atacar.
Hay otra cosa que me produce desazón y es la sensación de que, por mezquindades propias varias, hemos abierto demasiados boquetes en este nuestro partido por donde es mucho más fácil que entre tanto virus y tanta bacteria. ¿Dónde está ese muro férreo de compañerismo y bloque que considera que somos una parte de un todo que nos convierte en invencibles? Volveremos a serlo y pelearemos por ello. Juntos, somos mejores. Siempre.
El día que no sienta me iré. El día que no me enfade, el día que no me equivoque y rectifique, el día que no me duela ver sufrir a la gente me iré. No entiendo la política si no es desde el plano de la empatía y cercanía con mis semejantes. Lo contrario, es déficit y recortes. Biblias y mentiras, rezos e injusticias.
Libertad de expresión es una cosa, el acoso es otra distinta
Twitter, esa herramienta que nos puede proporcionar otra manera de establecer un diálogo con otras personas, que nos puede acercar y alejar de los problemas de las personas, que es una fuente de información increíble, es, sin embargo, el perfecto escondrijo de indeseables que no tienen más fin que socavar cualquier cosa buena que haya con tal de poder sacar la cabeza de la madriguera. Inaceptable que alguien pueda temer por los suyos sólo por ejercer el derecho a expresarse.
Libertad de expresión es una cosa, el acoso es otra distinta. Y, por lo visto, la línea se difumina para la dislexia de la intolerancia.
El que crea que así apaga una voz, no es consciente de que acaba de encender miles de altavoces.
Te espero a la vuelta.
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