Se estrecha la presión sobre Ana Mato, cuya continuidad en el gobierno es más un desafío a la opinión pública que una exigencia de continuidad de un proyecto emprendido. Siendo serios, escuchar a Ana Mato sus palabras en sede parlamentaria no contribuye a aceptar los duros recortes que se hacen en la sanidad, sino que lastra cualquier iniciativa en esa dirección.
El empeño de Rajoy tendrá mucho que ver con esa manía de hacer oídos sordos a las reclamaciones de la sociedad, pero que tan pocos buenos resultados le produce. La insensata manía de obviar lo evidente por conveniencia no hace más que enfadar a quienes se sienten ofendidos por tales desprecios. Tal y como ha sucedido en los Estados Unidos donde la ministra Mato convocó a los corresponsales sin opción a preguntas. No acudieron, y ella se fue tan contenta. Un pañís con calidad democrática la hubiera despedido de por vida.
Pero Rajoy la ampara. Él sabrá, del mismo modo que él sabrá lo que hay en la lista oculta de la amnistía fiscal, el mayor acto de desprecio a la responsabilidad social de los ciudadanos.
Este periódico tomó en su día la iniciativa de pedir firmas para dar publicidad a los defraudadores amnistiados, el mínimo gesto que debería de acompaña el acto de contrición que se supone debería hacerse por los que han estafado al estado y son perdonados. Pero predicamos en el desierto, un desierto por el que transitan muchos millones de españoles, muchos más, por cierto, que los que las encuestas reflejan que volverían a votar al PP. Ojo al dato.
Viendo a Ana Mato y su trayectoria y atendiendo a lo que se informa con relación a la gestión de Montoro, ese dato no hará sino empeorar las expectativas del PP, por mucho que Rajoy insista en hacer oídos sordos.
Editorial Estrella