De vez en cuando el Todopoderoso se apiada de los desgraciados mortales y permite sucesos que se salen del carril canalla y nos devuelven un poco de esperanza y de fe. Es el caso en estos días de la elección del nuevo Papa y, a distancia pero no poco importante, la sentencia del Tribunal de la Unión Europea que va a permitir paralizar desahucios por cláusulas abusivas. A lo mejor el Dios de los cielos ha aprovechado su tema romano para ayudar a los españoles con ese suplemento europeo. No sé si lo que digo tendrá algo que ver entre sí, pero para mi como si lo tuviera. Un respiro, un descanso, una sonrisa, vaya que si nos hacen falta, pero que muchísimo. A nivel planetario y en el campo de la espiritualidad y a nivel español y en el terreno de las desgracias económicas. Yo me tomo la licencia, aunque solo sea hasta el próximo encuentro con los lectores.
A lo mejor el Dios de los cielos ha aprovechado su tema romano para ayudar a los españoles con ese suplemento europeo
Las consecuencias de la sentencia de la UE seguro que las vamos a ver ya. La proyección de la elección del Papa Francisco, tengo la impresión de que si no tan pronto, al menos con parecida seguridad. Los primeros pasos y los primeros signos de Francisco a mí particularmente me traen un mensaje de reflexión esperanzada. Aunque solo fuese ese trazo que va por la senda del atisbo del cambio de suntuosidad y magnificencia por sencillez y pobreza, o de soberbia por cristiana humildad, todo ello mirando mucho menos al oropel que a la identificación con el mensaje de Jesús de Nazaret, que debe de estar disfrutando de ese casi seguro acierto de su compañero de Trinidad, el Espíritu Santo. Ya sé que es muy pronto para hacerse demasiadas ilusiones de un regreso a Juan XXIII, pero dejadme que sueñe, como en el sueño que tuvo Luther King, aquel maravilloso visionario de la mejor cristiandad. Vamos a ver, si todo lo que digo se reduce luego a muy poco o a la nada, solo tendré que lamentarlo y seguir esperando el gran cambio que necesita la Iglesia de Roma, para abrirse en si misma y a los creyentes y a la vez a la totalidad del género humano. Ahora mismo solo sé que es posible lo que hasta el miércoles era imposible.
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Pedro Calvo Hernando