Diez años ya. Y lo que nos queda además de un mal recuerdo es un vídeo con imágenes indecentes. Parece que todo lo que tiene que ver con la antigua Mesopotamia es hoy un agujero negro que solo atrae la porquería de la sociedad: hechos, actos y personas. Pero así es la política cuando es presidida por la vanidad y el egoísmo. La vanidad de los artífices, el egoísmo de sus causas.
El peor atentado sirvió para poner en evidencia que la mezquindad no tiene límites: no tiene corazón ni pudor
Un observatorio independiente dice que en Irak ha habido más de ciento veinte mil muertos. Una causa que se defiende con semejante contabilidad es una causa abyecta. No hay excusa. No había armas de destrucción masiva como reconoció Aznar en el culmen del cinismo. No había Al Qaeda, hasta que acabó la guerra, claro. Después hubo terrorismo y persecución; los desastres de la guerra no se detienen en los mapas del cuartel general: se extienden por los territorios, por las arenas del desierto, por los suburbios de las ciudades al sol.
La guerra fue un acto indecente, a conciencia. A nosotros nos sembró de muerte la mirada, y la vida se estuvo yendo a nuestro alrededor mientras enjugábamos las lágrimas. El peor atentado entre los peores atentados sirvió para poner en evidencia que la mezquindad no tiene límites: no tiene corazón ni pudor. Primero el juego de la guerra, después el juego de la muerte; intereses, sólo había intereses.
Ahora, diez años después, el milagro del PP es el cumplimiento de alguna cláusula de su programa electoral, por perdida que esté en él. Tanto es así, que apenas se reivindican, salvo Aznar que sigue creyendo que corre los cien metros en menos tiempo que Usain Bolt, y que cree que está bien invadir un país para comprobar que la razón por la que se hizo era errónea. aznar cree que eso no pasa factura. Y ya ven, parece que no.
Tampoco admitieron la factura de doscientos muertos y cargaron contra el juez del caso. el mismo a por el que van ahora. Son implacables y terribles. Lo más probable es que cualquiera de nosotros acabe en la cárcel por la Gürtel antes de que alguno de ellos tenga un gesto de humildad y pida perdón. Por el yak, por la guerra, por los atentados, por esta estafa electoral convertida en estafa social. Por despreciarnos y humillarnos sistemáticamente.
Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital
Rafael García Rico