miércoles, noviembre 27, 2024
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El odio visto de lejos

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Hagan la prueba. Una semana sin noticias. Sin asomarse a una tele, ni escuchar una radio, ni ojear un periódico y prohibido Internet. Con la condición además de andar perdido por algún lugar remoto, pongamos que por la Patagonia argentina, pero vale también una aldea serrana de Guadalajara, y amén de que les vendrá muy bien para el espíritu, les servirá para adquirir una nueva dimensión de la realidad y de la importancia de la cosas.

Los españoles nos estamos odiando por siglas, por ideologías en muchos casos impostadas

La revelación primera es que aquello que nos tiene en un sinvivir no es en realidad para tanto, que todas esas cosas que nos obsesionan, y no digamos a los que vivimos la información, pues tampoco son ni el fin del mundo y en muchos casos ni siquiera trascendentales. Que las broncas políticas y hasta el rescate de Chipre pues son unas perfectamente prescindibles y el otro gajes duros del oficio. Con ello me marché y me imagino que a la vuelta en ello andaremos. Pero confío en que me dure algún tiempo. Este cada vez más necesario distanciamiento y liberarme durante todo lo que pueda de esa especie de opresión de cuestiones que se nos pretenden presentar como definitivas, filo del abismo o bálsamo de Fierabras que nos dará el remedio a todos nuestros males.

Porque en verdad pocas lo son. En realidad casi ninguna. La magnificaron de todas ellas, importantes algunas pero no para abrirse las venas de continuo por los debates, está creando un clima que extendemos a todos los ámbitos irrespirable en verdad.

A uno, a la vuelta, le da una vez más la sensación de que toda esta marabunta no debe ocultar lo que es de veras, lo que nos devolverá un mínimo el ánimo o nos sumirá en la depresión colectiva. Darle la vuelta al paro. Lo demás gárgaras.

Y otra cosa. Ésta que emerge con particular desagrado comparativo. El nivel de enconamiento y hasta de encanallamiento de la vida política , comunicacional y social. Los españoles nos estamos odiando por siglas, por ideologías en muchos casos impostadas y que están siendo irresponsablemente alentadas. Esa sí que puede ser la peor de nuestras vueltas atrás y lo que nos suponga asomarse a dramas en el futuro. Esa sensación es la que más me duele al regresar a España, que es un lunes, cuando me entero que le ganamos al fútbol a Francia y otra vez somos primeros de grupo. Y de algo.

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Antonio Pérez Henares

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