miércoles, noviembre 27, 2024
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Exageración Coreana

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En China no se toman en serio las bravatas de Corea del Norte. Las personas con las que he hablado estos días en Pekín y en Shanghai estaban persuadidas de que las amenazas del líder coreano Kim Jong-un estaban destinadas al consumo interno. Ninguno de mis interlocutores estaba en el secreto de las intenciones del Gobierno chino, pero daban por descontado que sin el plácet de Pekín, el recental líder coreano jamás se atrevería a pasar de las palabras a los hechos atacando -como amenaza- el territorio de la vecina Corea del Sur. La China actual no es la de los tiempos de Mao. Hoy los chinos están en otra cosa. Es opinión comúnmente aceptada que en cuestiones de política exterior sus gobernantes (con el recién nombrado presidente Xi Jinping a la cabeza), están por la distensión, concentrados en el apabullante y complejo desarrollo económico de su inmenso país. Así las cosas, aunque la comunidad internacional y, sobre todo, los gobiernos de Seúl, Tokio y Washington hacen bien en emitir mensajes de firmeza frente a la amenaza de «guerra total y nuclear» procedente de Pyongyang, no parece probable que la cosa se desborde. A lo sumo asistiremos a algún incidente fronterizo; quizás en aguas próximas a Yeongpyeong, la isla que hace tres años fue víctima de un alevoso ataque de la artillería de Corea del Norte.

Hablar poco menos que de una guerra nuclear en ciernes no es tarea propia de gentes honradas

No es cuestión de tomarse a broma las amenazas procedentes de la estrafalaria dictadura comunista que lleva más de medio siglo sojuzgando a un país empobrecido cuyos habitantes son víctimas de hambrunas periódicas al tiempo que destinan ingentes recursos a gastos militares, pero de ahí, a concluir que estamos en vísperas de una confrontación nuclear me parece un exceso. Exceso, que, según he podido comprobar, sí se da en las informaciones de algunos canales de noticias norteamericanos en su programación para Asia. Gráficos con hipotéticas trayectorias de cohetes balísticos, cartografía naval comparativa, análisis de expertos militares, tertulianos a quienes se les calienta la boca… Algunas emisiones me trajeron a la memoria las noches catódicas de cuando la guerra de Iraq y los bombardeos sobre Bagdad. Es sabido que la televisión transmite mal los razonamientos pero «vende» muy bien las emociones. Y algunos, parece que están en eso. Ya digo que me parece un exceso. La tensión que crea el régimen de Pyongyang es real y ha hecho bien el Gobierno de Seúl en anunciar el «estado de alerta» pero creo que no habría que exagerar siguiéndole el juego al patético heredero de la dinastía comunista que gobierna Corea del Norte. Ya se sabe que las guerras ayudan a vender periódicos y aumentan las audiencias televisivas pero meter miedo a la gente, hablando poco menos que de una guerra nuclear en ciernes no es tarea propia de gentes honradas.

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Fermín Bocos

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