¿Cómo se siente la comunidad judía cuando escucha a De Cospedal llamar nazis a los que protestan frente a un político por no cambiar la ley hipotecaría? ¿Cómo se sentirá alguien que haya sido víctima en su niñez de un pederasta o la familia de un niño que acaba de sufrirla al escuchar a Antonio Cantó comparar ese crimen con la inmersión lingüística? ¿Cómo se siente usted al saber que con sus impuestos paga los sueldos de estos dos sujetos? ¿Cómo se sentirá Fernández de la Vega al escuchar el sufrimiento de González Pons por los escraches cuando él iba a su casa en valencia a señalar con el dedo que ella vivía ahí, quién sabe con qué propósito?
Podríamos seguir. Quién sabe si no será mejor, al fin y al cabo, que los políticos hagan caso de las recomendaciones de los argumentarios que les envían cada día y repitan como cacatúas lo que les escribe alguien que esté bajo control de calidad. O igual es esto lo que hacen y por eso dicen esas sandeces. Quién sabe qué.
La desvergüenza consiste en que el debate acabe girando sobre cualquier cosa menos sobre el fondo de la cuestión. El trapo es lo de menos, y como ellos lo de la dignidad lo llevan con indiferencia, se someten sin temor a la exposición de sus tonterías: puede que el premio sea un ministerio, por fin.
Esa es buena: ser votante del PP lleva implícita una categoría moral y un deber cívico
Es interesante ver y oír el caudal argumental: los votantes del PP pagan las hipotecas. Esa es buena: ser votante del PP lleva implícita una categoría moral y un deber cívico. Los que no pagan las hipotecas no son votantes del PP, luego este no es un problema de desempleo, crisis y endeudamiento, ni de dación en pago o clausulas abusivas: este es un asunto de votantes de partidos políticos que no son el PP, ya que según se vote a cada cual se pagan o no las hipotecas.
Tengo un amigo que dice siempre que puede que España es un gran país. Yo bromeo con él, pero también creo que lo es, aunque recelo del patriotismo como idea, pero sí que es cierto que contamos con una singularidad que nos retorna al España es diferente: los políticos ligeros de lenguaje que no pueden evitar los borbotones ante la alcachofa, que les gusta sentirse observados y atendidos, políticos con entusiasmo y facilidad de palabra. Políticos bla, bla, bla. Una entidad institucional con marca individual: son instituciones unipersonales que tienden a colocarse en el centro del mapa, desplazando al resto.
Hacen gracia. O asustan. No sé…
Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital
Rafael García Rico