Rajoy, hecho carne, ha anunciado en la sesión de control del Congreso que el viernes no subirá los impuestos. Sabedores de la tendencia del presidente del Gobierno a la mixtificación, los ciudadanos se preguntan, tras escucharle, cuánto los subirá. Podrían quedarse moderadamente tranquilos si se considera que ya es casi imposible subirlos más, pero sobre esa consideración se impone la escalofriante conjunción de esas dos palabras, Rajoy y viernes, tan letal para los bolsillos, y aun para las vidas, de los españoles.
Rajoy y viernes, conjunción letal para los bolsillos, y aun para las vidas, de los españoles
Pero antes del viernes, está el jueves, cuando el Congreso de los Diputados vuelve a cobrar protagonismo, aunque de otra manera. Un día después de que el supuesto ágora de la soberanía popular se haya negado a hacer públicas las nóminas de sus señorías, pues se trata, según el presidente de la Cámara, de un asunto «delicado», diversas y heteróclitas organizaciones han convocado otro de esos asedios simbólicos al emporio de la Carrera de San Jerónimo. En esencia, lo que la convocatoria propone es que sus señorías dejen de cobrar nómina ninguna del Erario, ni poca ni mucha, y que se busquen otro acomodo. Es cierto que otras organizaciones, signatarias en otras ocasiones de esos escraches al conjunto de la clase política, se han desmarcado del que la Plataforma ¡En Pie! propone haciendo coincidir la fecha, 25 de Abril, con la efemérides de la Revolución de los Claveles portuguesa, y que, en general, las consignas de dicha Plataforma suenan levantiscas y trabucaires, pero no lo es menos que la situación de emergencia social es tan extrema, que lo que da más miedo, mucho más que las soflamas revolucionarias, es la involución que representa un Congreso átono, inerte, remoto y laminado por una mayoría absoluta gubernamental que le despoja de capacidad para ofrecer respuestas, y no digamos soluciones, a la actual situación.
Rajoy pretendió el miércoles convencer a los parados, a los desahuciados, a los estafados por las Preferentes, a los maltratados por los impuestos abusivos y, en general, a cuantos sufren los estragos de sus políticas anti-sociales, que el que la Prima de Riesgo haya bajado es una gran cosa, el vestíbulo, casi, de El Dorado. La Prima, no sé, pero el Riesgo, el de hundimiento material y moral de millones de españoles, no sólo no baja, sino que no para de subir.
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Rafael Torres