lunes, noviembre 25, 2024
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Cambios en el PP vasco

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Después de dieciocho años en la política activa y siempre a pie de calle, Antonio Basagoiti, todavía presidente del PP del País Vasco ha decidido dar un giro radical a su vida. Tiene algo más de cuarenta años, tres hijas pequeñas y un poco de cansancio porque hacer política en el País Vasco, para cualquier militante o afiliado al PP, nunca ha sido fácil. No se va desencantado, ni por discrepancias con Rajoy, con quien mantiene una excelente relación. Simplemente cree que o cambia ahora el rumbo de su vida o no lo hará nunca.

Hacer política en el País Vasco nunca ha sido fácil

Antonio Basagoiti tomó el relevo a María San Gil, mujer que logró dejar impronta y que, ella sí, desencantada con Rajoy, optó por dar un paso atrás y ahora apoya junto con Alejo Vidal-Quadras y Santiago Abascal la Fundación para la Defensa de la Nación Española. Ocupar el lugar dejado por la política donostiarra no era tarea fácil, pero tanto la discreción de San Gil como la prudencia de Basagoiti hicieron posible un relevo tranquilo aunque no exento de críticas y algún que otro desconcierto.

La gran decisión de Basagoiti fue apoyar a Patxi López como lehendakari. En su momento , también el PP de María San Gil le apoyó pero los nacionalistas tenían más escaños. Basagoiti firmó el pacto con el PSE, el primero en el País Vasco y en el conjunto de España con el fin último y prioritario de dar un giro radical a la política nacionalista de Ibarretxe en relación a ETA y de paso demostrar que un Gobierno no nacionalista era posible. El fin de la aventura es conocido, con el añadido de que ahora los socialistas se niegan a cualquier pacto en el que entre el PP -que es lo que ha propuesto Urkullu- porque no quieren estar «con el partido de los recortes».

Basagoiti, ya antes de que ETA anunciara su propósito de no volver a atentar ha querido sacar a su partido de las catacumbas en las que ETA le había metido y desde las que los populares vascos obtuvieron, en varias elecciones, unos buenos resultados. Lo cierto es que con Basagoiti apareció lo que se ha denominado «un nuevo» PP que en más de una ocasión ha roto algunos moldes de difícil digestión para buena parte de su electorado.

La historia del PP vasco es, en buena medida, una historia de sufrimiento. Desde Carlos Iturgaiz, pasando por Jaime Mayor o María San Gil y el propio Basagoiti que con todos ha estado a pie de calle, los «populares» vascos han vivido atenazados por el miedo y la persecución. Son expertos en eso de salir de casa sin saber si vas a volver y todos ellos pueden escribir tesis sobre funerales de amigos y compañeros. Con esta pesada mochila a la espalda, Basagoiti pretendió, desde el primer día, coger oxígeno y abrir ventanas porque ya habían demostrado que sabían «resistir». Gestionar una situación así, con una ETA en declive, no ha sido fácil y lo cierto es que ha recibido más críticas de fuera que desde dentro. Le han atribuido falta de firmeza en la defensa de determinados valores y eso sí. Eso sí le ha dolido y en más de una ocasión le ha producido un profundo desánimo. «¡Qué injusto es tener que escuchar algunas cosas!», se lamentaba el que ahora se va.

La gran decisión de Basagoiti fue apoyar a Patxi López como lehendakari

Arantxa Quiroga será quien ocupe su lugar. Basagoiti ha resuelto el tema en un abrir y cerrar de ojos y ya se le acusa -no sin razón- de haber tomado una decisión de «gabinete» con el beneplácito de Rajoy. El Congreso se celebrará en cuestión de semanas y, aunque caben otras candidaturas, la posibilidad que alguien se lance a competir con Quiroga es altamente improbable.

Los que conocemos a Basagoiti no podemos por menos que tener una extraordinaria opinión de su persona y de su quehacer político y todo ello con la sorpresa de que nadie haya tratado de retenerle. No entiende la sorpresa. «¿Retenerme? Nada ni nadie me hubiera hecho cambiar de opinión. Necesito organizar mi vida y la de mi familia y Rajoy lo entendió a la primera». Arantxa Quiroga también y ahora le va a tocar a ella desempeñar un papel que pocos, muy pocos, estarían dispuestos a desempeñar.

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Charo Zarzalejos

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