Hay que remontarse a los días del secuestro y posterior desaparición del dirigente katangueño Moisés Thsombe para, en alguna medida, encontrar un precedente similar al incidente del que ha sido víctima Evo Morales, Presidente de Bolivia, cuyo avión oficial fue retenido e inspeccionado en Viena a petición del Gobierno de los EE.UU. bajo la presunción de transportar a Edward Snowden.
El incidente y la humillación infligida a Evo Morales ha servido en bandeja a varios líderes suramericanos para alimentar el tradicional discurso anti imperialista
Este agente de la CIA es quien ha puesto en entredicho la lealtad de Washington para con sus aliados al revelar que la NSA -otra de las agencias norteamericanas de inteligencia-, lleva años espiando las comunicaciones telefónicas e informáticas de millones de ciudadanos dentro y fuera de los EE.UU. Incluidos los de los gobernantes de países europeos amigos. Este escándalo mayúsculo del que el Presidente Barack Obama ha querido defenderse echando mano de un registro cínico que no habría mejorado ni el Georges W. Bush de cuando las armas de destrucción masiva que nunca fueron halladas en Irak, aparentemente había tensado las relaciones diplomáticas entre Washington y las principales cancillerías europeas con Berlín a la cabeza. También el Presidente francés François Hollande había terciado exigiendo explicaciones, pero con la boca pequeña.
Hoy, gracias a la información que publica el diario «Le Monde» sabemos que el Gobierno de Francia también espía ilegalmente a sus ciudadanos y quizá por eso porque como dice el dicho: entre bomberos no se pisan la manguera es por lo que a petición de los norteamericanos denegó el permiso para sobrevolar territorio francés al avión oficial de Evo Morales. El incidente y la humillación infligida a Evo Morales, un jefe de Estado elegido democráticamente ha servido en bandeja a varios líderes suramericanos (Maduro, Fernández de Kirchner, Correa, etc) para alimentar el tradicional discurso anti imperialista. En esta ocasión, en lo concreto -la humillación a la que fue sometido el Presidente de Bolivia- es difícil no darles la razón. Quienes defienden la actuación de los EE.UU, Austria, Francia y Portugal -una actuación contraria, por cierto, al derecho internacional-, deberían responder a una sola pregunta: el Gobierno de Washington o el de París, a petición de un tercer país, ¿habrían permitido que el avión presidencial con Obama u Hollande a bordo, hubiera sido retenido e inspeccionado en un aeropuerto extranjero? No parece probable.
Tras el escándalo del «Watergate», Richard Nixon fue destituido, por espiar ilegalmente a sus rivales demócratas. Lo mismo que hace Obama con sus conciudadanos y con quienes no los son. Eso es lo que ha denunciado Snowden. A lo que se ve el mundo y la escala de valores ha cambiado. Ahora el fin justifica los medios. Lo que no ha cambiado es la tendencia de la CIA a meter la pata: como se sabe, Edward Snowden no iba en el avión de Evo Morales. Sobran cínicos y faltan estadistas.
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Fermín Bocos