Las cosas no iban mal en la bolsa española hasta que el gobierno aprobó el viernes la reforma del sector energético. El desplome de las compañías eléctricas llevó al Ibex a perder todo lo ganado en la semana. Sólo el viernes, el selectivo español dejó un 2,32% hasta los 7.844,7 puntos. Algunas compañías del sector han llegado a perder hasta un 8 por ciento de su valor en bolsa. Es el caso de Acciona o Gas Natural. Otros grandes valores también sufrieron como Telefónica, Inditex, Repsol o BBVA. En todo caso, la semana también tuvo otros componentes que hicieron que el principal índice anduviera titubeando. Hay hablar de la rebaja del rating de Italia y la crisis política de Portugal. No fue para preocuparse, pero la prima de riesgo subió casi 30 puntos básicos hasta los 323. En todo caso, en el acumulado de la semana, el IBEX se deja un leve 0,3 por ciento.
Algunas compañías del sector han llegado a perder hasta un 8 por ciento de su valor en bolsa
Para los analistas este viernes gris tiene una causa muy clara y no enturbia la tendencia positiva del IBEX apoyada en el buen comportamiento de Estados Unidos y en la buena marcha de un nuevo rescate a Grecia. Además, esta semana tanto el Banco Central de Japón, como la Reserva Federal como el BCE han dejado claro que están dispuestos a poner toda la carne en el asador. Incluso Draghi ha asegurado que los tipos seguirán bajos en la eurozona. No descarta de hecho nuevas bajadas del precio del dinero.
Mucho menos interés tuvo para los inversores el nuevo informe del FMI que no augura para España crecimiento económico hasta 2015. Al rescate salió el Deutsche Bank con un informe mucho más positivo y cercano a las previsiones del Gobierno de Rajoy. Su empeño en continuar con las reformas, sobre todo de reducción del gasto público, gustan fuera de España. Ahora sólo falta que se acometa una pronta rebaja del coste del trabajo y una bajada de los impuestos directos para que las previsiones no sean papel mojado.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Carmen Tomás