El «copyright» de la expresión con la que titulo esta columna es de mi admirado Carlos Herrera, rememorando el «culebrón» de origen sudamericano, ‘Pasión de gavilanes’, que hace pocos años, a través de la televisión pública, ayudaba a adormecerse a muchos hogares españoles a la hora de la sobremesa. El folletín en el que se ha convertido el desafío secesionista de Cataluña liderado por Artur Mas y por ERC ha conocido en las últimas horas dos nuevos capítulos: la propuesta de la Presidenta del PP de Cataluña, Alicia Sánchez Camacho, de un nuevo modelo de financiación para aquella Comunidad Autónoma y el informe que este martes aprobará el Gobierno de la Generalitat para enviar a la «comunidad internacional» donde se subraya lo mala que ha sido España con Cataluña.
La Generalitat sigue la hoja de ruta que en su momento puso en práctica ETA
El intento de aplacar las ansias independentistas de Mas y sus socios a través de un nuevo modelo de financiación es un grave error por parte, ya no de Sánchez Camacho, sino del propio Rajoy. Es posible que en un pasado reciente la Cataluña independentista se hubiera conformado con mas dinero, pero ahora están en otra cosa, y da toda la impresión de que el Gobierno del PP se niegue a ver y a combatir políticamente esa realidad. La propuesta de Sánchez Camacho, verbalizada este lunes ante el comité de dirección de su partido en la calle Génova de Madrid, lo único que va a provocar en mas tensión entre los barones regionales del PP que asisten atónitos al espectáculo de cómo la cúpula de su partido con Rajoy a la cabeza, emiten señales de estar dispuestos a ceder al chantaje nacionalista, perjudicando claramente a otras Comunidades Autónomas y a los ciudadanos que las habitan.
En cuanto al informe que prepara la Generalitat, sigue la hoja de ruta que en su momento puso en práctica ETA: la internacionalización del «conflicto». Se trata de hacer todo el ruido que se pueda en diferentes instancias internacionales, denunciando lo que los nacionalistas catalanes han resumido en ese lema tan miserable como falso de «España nos roba». Es de esperar que el Gobierno de la Nación, con todo el aparato diplomático y de acción exterior que tiene en sus manos, contrarreste esta campaña que en cualquier caso no hará ningún bien a España. Pero eso a los nacionalistas les trae al pairo.
Los que hace tiempo alertábamos del problema político de primer orden que venía desde Cataluña con su desafío secesionista éramos tildados, como mínimo, de exagerados cuando no de extremistas. Pues el problema ya está aquí, planteado con toda su crudeza. Y no parece que la forma de enfrentarse a el sea, con perdón, bajándose los pantalones, que no otra cosa es lo que destila la propuesta del PP de Cataluña de un nuevo modelo de financiación para esa Comunidad Autónoma.
Cayetano González