martes, noviembre 26, 2024
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El independentismo es un tigre de papel

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La estrategia de la tensión, cuando se acentúa excesivamente, sin resultados, convoca a un callejón sin salida. Precisemos esta idea. Ocurre que lo que comenzó siendo, probablemente, un juego, para evitar tener que plantear frontalmente los problemas reales de la sociedad catalana, se ha convertido en el epicentro exclusivo de la política catalana. Ahora, atropellado entre la ensoñación de unos deseos formulados y la realidad, el presidente de Cataluña cada vez tiene menos margen de maniobra.

Artur Mas, abocado a un declive político y electoral del que dan buena cuenta las encuestas, está presionado por su socio parlamentario, ERC, que al contrario de CIU, tiene mucho que ganar forzando la máquina y nada que perder.

Todo vale en esta vorágine. Fabricar agravios fiscales manejando las cifras como fuegos de artificio; dejar plantada a la presidenta en funciones del Gobierno de España, desairando a los empresarios catalanes, que son el sustrato sociológico de CiU y amenazando con cartuchos de los que no dispone.

El populismo de la independencia catalana es un tigre de papel; puede sembrar el pánico, pero no puede morder

El final de esta escapada son unas elecciones anticipadas en Cataluña con un órdago sin cartas. La fórmula «elecciones plebiscitarias» fue un tiro por la culata en la anterior edición en la que CiU perdió la mayoría y pasó a depender de ERC. Ahora la propia coalición catalana está en peligro porque el socio necesario, Josep Antoni Durán y Lleida no está dispuesto a ser compañero de este viaje a ninguna parte.

El empresariado catalán ha empezado a romper su silencio. Todavía tímidamente, reclamando diálogo entre el gobierno de la Generalitat y el gobierno de España. Pero conversar sobre qué. Si la independencia es ilegal, no contemplada en la Constitución y significaría la salida de la Unión Europea, cual es el margen de maniobra que le queda a los dos gobiernos.

El populismo de la independencia catalana es un tigre de papel; puede sembrar el pánico, pero no puede morder, porque los dientes de ese planteamiento no están afilados para enfrentar de verdad, desde la realidad, lo que se plantea.

Es cierto que el PP goza de una soledad muy poco acompañada. Mariano Rajoy ni siquiera ha planteado apoyos a otros grupos parlamentarios. Y la única alternativa encima de la mesa, formulada todavía de forma imprecisa por el PSOE, la de una solución federal, no contemplaría la exigencia imprescindible del nacionalismo catalán, que es la diferencia.

La alternativa es situar a CiU frente a sus compromisos reales con los ciudadanos de Cataluña, obligándole a la reglamentación de sus ensoñaciones. Sacar a los ciudadanos a la calle, con un clima emocional basado en la evocación de la patria catalana como toda solución, solo tiene dos desenlaces posibles. Atreverse a cumplir las amenazas o enfrentarse a la frustración convocada con los deseos imposibles. En los dos casos lo que se percibe es la tragedia y la pérdida de unos tiempos históricos preciosos para Cataluña y para el conjunto de España.

Cuando los que siguen las consignas de Artur Mas comprueben que esta fiera enfurecida no es más que un tigre de papel, todo serán llantos y crujir de dientes.

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Carlos Carnicero

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