Dicen, supongo que ellos mismos, que son los premios más importantes de la TV en España (los Ondas, como los da Radio Barcelona, deben ser de otro país). Dicen que los concede un jurado compuesto por profesionales del medio (ilustres anónimos con nombres que nunca salen a la luz, como si fueran testigos protegidos por la Administración). Como cantaban primero los Buitres y después Julio Iglesias, «dicen tantas cosas, ya no saben qué decir».
Las Antenas de Oro, que tienen de este metal precioso lo que Rajoy o antes Zapatero de salvadores de la patria, son tan fieles a los méritos de muchos de sus protagonistas como el Premio Planeta a la hora de elegir la mejor novela que se publica en España. La principal diferencia entre ambos es que en el galardón literario siempre se conocen los nombres del ganador y el finalista antes de que se de a conocer el fallo y en el otro hay que esperar hasta que sale la lista de premiados para poder descubrir a los afortunados.
En las Antenas, la táctica es sencilla, hay que dar unos a gente de televisión famosilla y cuyo trabajo realmente merezca un reconocimiento (en esta oportunidad nadie discute los méritos de «Isabel», de Jesús Vázquez, del programa de Mamen Mendizábal y Manuel Marlasca, de Arturo Valls o de Hilario Pino, por hablar sólo de la categoría de TV), y entre medias, como quien no quiere la cosa, se cuelan nombres de personas que sólo los merecen para los anónimos jurados que supuestamente conceden los galardones.
En ese apartado han figurado este año los Informativos de Intereconomía que dirige Juan Ignacio Ocaña y, directamente, para qué andarse con medias tintas, a Julio Somoano, por los servicios Informativos de TVE que él dirige. De los primeros, por muy ventajista que pudiera ser hablar de la cadena que los financia, casi nadie podría decir nada, sencillamente porque, salvo los familiares de los que en ellos trabajan, nadie los ve.
Claro que de los segundos tampoco hay que decir nada, porque todo el mundo ya ha opinado sobre ellos, y no bien precisamente. El respeto que se ganaron con Fran Llorente, con galardones inclluso a nivel internacional, y la audiencia con la que lideraban con autoridad, se han quedado en el camino desde la llegada del ahora premiado.
Eso sí, no creo que a nadie le pueda sorprender que este señor vaya el próximo 16 de noviembre a recoger una Antena de Oro a Aranjuez cuando, por ejemplo, el año pasado fueron galardonados con otras tantas la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, la política que mejor habla inglés en este país; el alcalde de Toledo, Emiliano García Page, «implicado» en el asunto de las compras irregulares de los socialistas en la Diputación de Toledo; y el ahora hombre más «popular» del país, y no sólo por el partido que representa, el ministro de Cultura, José Ignacio Wert.
A este ritmo, y viendo que cuanto peor lo hagas más oportunidades tienes de ser premiado por la ATR, el gran favorito para hacerse con una Antena el próximo año es Luis Bárcenas. Con permiso, por supuestto, del propio Wert, que podría lograr también su segundo trofeo, o incluso de su colega Cristóbal Montoro, si sigue lanzando piropos al cine español. Elijan candidatos.
La mosca de ajuste