Hasta ahora en este país sólo se acordaba el personal del llamado Caudillo cuando se hacía referencia a alguien removiéndose en su tumba. «Si Franco levantara la cabeza…». A partir del pasado domingo los españolitos ya tienen a otro para suplantar al llamado generalísimo de los ejércitos, el cineasta Orson Welles.
Lo que pasa es que éste no debe estar dándose cabezazos en su ataud por la situación política de nuestro país, que por mucho que le gustara le importa tres pepinos, sino porque a él se le haya comparado, aunque sea de pasada, con un tal Jordi Évole, un sujeto que comenzó haciéndose el impertinente en un programa de humor como el de Buenafuente y que ahora parece que se ha convertido en poco más o menos que el reinventor de la televisión.
Fiel al dicho de «lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal», el creador de 'Salvados' intentó en la última entrega de éste hacer algo así como 'La guerra de los mundos' del propio Welles, aunque inspirándose en la 'Operación Luna' que hizo en 2002 el canal francés ARTE, que especulaba con la posibilidad de que la llegada del hombre a la Luna en el Apolo 11 no fue más que un rodaje que encargó Richard Nixon, por entonces presidente de Estados Unidos.
Así, ahora se trataba de hacer creer que el mítico intento de golpe de Estado del 23-F no fue sino una maniobra orquestada por todas las fuerzas políticas, desde Adolfo Suárez a Mayor Zaragoza, pasando por gente como Felipe González, Fraga o Carrillo para fortalecer la democracia.
Como él mismo, por mucho que lo intente, no tiene todavía la credibilidad de los telediarios de TVE (todos los critican, pero al final, cuando hay una noticia importante, todo el mundo acude a informarse en los mismos), buscó y encontró la colaboración de periodistas que sí la tenían antes y que ahora son capaces de cualquier cosa con tal de volver al primer plano de la actualidad.
Anson, Gabilondo y Fernando Ónega, quizás el único que se lo podía haber ahorrado porque todavía sigue apareciendo con frecuencia en la pequeña pantalla, le hicieron a Évole el «juego sucio» que necesitaba para todo fuera creíble. Lo demás ya era sencillo, dado que de nuestros políticos se puede esperar cualqueir cosa y que hoy en día es muy fácil engañar a la audiencia. El «lo han dicho en la tele» es uno de los males de nuestro tiempo. Lo que se dice en ella va a misa para la mayoría del personal.
Más de cinco millones de personas le siguieron. Eso es lo importante. Eso y que las redes sociales hayan hablado y no parado de él en las últimas cuarenta y ocho horas. Le volverán a dar otro Ondas. ¿Si se lo merece? Hacer cosas distintas, realmente distintas en televisión, es algo de elogio hoy en día. Por mucho que le duela a Orson Welles.
La mosca