Como cada año el debate sobre el estado de la nación ha ofrecido perfiles de día de la marmota. Se repiten los ritos, los reproches, los desencuentros. A veces se intenta construir una verdad a partir de dos mentiras, en otras la suma de dos medias verdades no nos ofrece una verdad completa. Es lo que ha sucedido este año. Mariano Rajoy, representando un papel de consejero delegado de una corporación llamada España, ha mostrado datos macroeconómicos que indicarían un giro en la negra tendencia de la economía española que no se producía desde que comenzó la crisis. Frente a él, Alfredo Pérez Rubalcaba, encaramado en la indignación de una ciudadanía que percibe cómo la macroeconomía no le proporciona trabajo ni salario digno ni le da de comer, exhibió aquel otro perfil que nos muestra cómo la desigualdad y el recorte de derechos circulan en paralelo con el anuncio de estos nuevos brotes verdes.
Los dos mostraron titulares periodísticos como argumento de autoridad de sus respectivas tesis. Veremos qué titulares se ofrecen dentro de un año. Aunque mucho me temo que el horizonte en el que han jugado ambos es más cercano: la próxima cita electoral europea. Será ahí en donde se perciban las nuevas tendencias, será entonces cuando podamos constatar si la credibilidad perdida del gobierno y la incapacidad para rentabilizar el desgaste por parte de un PSOE aún noqueado, pasa factura a ambos, que es lo que indican las sucesivas encuestas. Por eso ayer, fuera de las apariencias, se exhibieron ante los suyos. Lo que me cuesta imaginar es que consiguieran recuperar a alguno de los que, hartos, les han dado la espalda en los dos últimos años.
Isaías Lafuente