domingo, noviembre 24, 2024
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Carnaval desde Río (II): Sexo y violencia

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Los brasileños tienen un lema –tan generoso como peligroso… y viososo– para vivir el carnaval sin perder la pareja: ‘Ninguém é de Ninguém’ (que significa que nadie es de nadie). No hay más que decir, estamos en la semana que más se folla del año. Tanto es así que esta semana el gobierno reparte millones de camisetinhas en ciudades como Río de Janeiro o Salvador de Bahía. Camisetinhas son preservativos. ¡Qué bien suena! Qué diferencia entre ir a una farmacia a pedir a comprar una camisetinha. ¡Si hasta puedes mandar a tu abuela a comprarte una caja de doce y queda elegante!

El brasileño es un idioma infinitamente sensual… Tanto que, algo tan desagradecido como “limpiar”, se dice “arrumar” que suena a mimo, a arrumaco, a cariño… sonando así dan ganas ¡hasta de fregar el water! Todo Brasil suena a canción de amor… y huele a sexo. Y yo este viaje me he perfumado bien.

Hoteles para fornicar

Todas las guías turísticas recomiendan que, si ligas con lugareñ@s, nunca les subas al hotel para evitar que aparezcas brutalmente apuñalado en la bañera o que te levantes y te hayan dejado sin calzoncillos o sin bragas. Para follar existen decenas de hostales que se pagan por horas –o por polvos– que son como un mundo aparte. Yo he penetrado en dos: uno con espejos en el techo y el otro con camas redondas. Erotismo en estado puro… después del descojone inicial y de chequear el estado de las sábanas.

Río de Janeiro es una ciudad muy pacífica… solo si la comparamos con Sao Paulo, que con 40 millones de personas, cada noche en la cama hay que dar gracias al cielo por seguir vivo.

Para acceder a cualquier garito nocturno –ya sea la discoteca de moda o un antro alternativo– hay que entregar el carné de identidad, aunque peines canas; en algunos sólo te lo chequean pero en otros, o te lo escanean o te lo fotografían. Para entrar en la sala además o te pasan el detector de metales o te cachean, más que entrar en un bar parece que estamos en un aeropuerto. No sé si todo esto lo harán por si te vas sin pagar –cosa harto difícil porque en la puerta hay más gorilas que en el zoo– o por si te lías a tiros. O por todo.

Así que este miércoles de ceniza me fumo la noche en el ‘Zero zero’, la discoteca más cool de Río, situada en los jardines del planetario: dni en la cartera, camisetinha en el bolsillo y la pistola que no pita en el scaner bien cargada… ¡Y que sea lo que Brasil quiera!

El conde crápula

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