No recuerdo quién lo dijo, ni cuándo lo escuché, pero tengo grabada una frase que me pareció muy graciosa, decía algo así como: “A mí me gusta la televisión, lo que no me gustan son esos programas tan aburridos que ponen entre los anuncios”. Me encanta la doble ironía que encierra y cuando veo la televisión, me viene mucho a la cabeza, entre otras cosas porque hay anuncios verdaderamente buenos. Por supuesto en este caso, me refiero a un anuncio de cerveza que es capaz de emocionarnos, al menos a mí, invitándonos a levantarnos del sofá y entrenar el alma. “En tu pueblo y en tu ciudad, en tu barrio, en estos momentos, ahora mismo, están pasando cosas maravillosas. Alucinantes. Interesantes”. Lo dicen artistas muy conocidos, pero también artistas grandes, muy grandes, que desgraciadamente mucha gente no conoce porque su visibilidad está reducida al mundo de las tablas y, a esa ventana, no se asoman muchas personas, cada vez menos, sumadas de manera diabólica la crisis y el encarecimiento de las entradas, en una perniciosa conjunción de nefastas consecuencias y que está poniendo seriamente en peligro la supervivencia de teatros y compañías. Y eso que la pasión por este oficio es tan grande, que aún con la que está cayendo, se están poniendo en marcha interesantes proyectos de salas pequeñas.
El arte escénico se levanta desde cualquier rincón como “La copla negra”, última creación de las Chirigóticas y Antonio Álamo, es una función de las que se pueden ver varias veces e, incluso, se agradece. Darle la vuelta a los localismos, los estereotipos y utilizarlos con maestría para “engatusar” a un público al que se le queda helada la risa en la boca, cuando se da cuenta de todo lo que oculta el gracejo gaditano. El dueño de «La Copla Negra» pone en pie un local en el que todo se sostiene en un equilibrio inestable, creado a fuerza de mentiras y corrupción. Como trasunto de cualquier cabecilla corrupto de organización política, empresarial o sindical, de los que vemos a diario en la prensa; manipula y engaña, rodeado de compinches y víctimas que le siguen el juego por beneficio o necesidad. La mentira como arma de supervivencia, ciertamente es una supervivencia mezquina, pero cuando la mentira teje una leve tela de salvamento, es la verdad la que mata. ¿Será por eso por lo que vemos a algunos encadenar una mentira tras otra sin el menor pudor? Seguro que saben que si frenan su verborrea, el tenderete montado se les va a caer encima. Aunque, a diferencia de nuestro protagonista (que no deja de ser un “pringao”), éstos apuntalan sus construcciones con poder y del fuerte, por eso la verdad aplasta a tan pocos.
En nada se parece el José Luis, regente de la Copla Negra, a todos esos emprendedores teatrales que levantan sus proyectos de sala alternativa, a base de tesón, autoexplotación y un amor inmenso por lo que hacen. Sin embargo, (perdón por el ataque de realismo) no puedo evitar pensar que ellos, de alguna manera también, tienen que mentirse a sí mismos, para tirar hacia adelante con estos proyectos que, más tienen que ver con sus deseos, que con una realidad sin apenas apoyos públicos. La prensa se hace eco, de vez en cuando, de la floreciente actividad creativa de Madrid, que es completamente real, pero convendría que además de aplaudir el bullir escénico de la ciudad, se haga referencia a las condiciones laborales en las que se está trabajando en dichas salas y de las perspectivas reales de futuro que tienen las mismas, si pretenden sobrevivir únicamente de los escasos ingresos que proporcionan las taquillas. ¿No sería razonable que tanto talento, contara también con mayor aliento? No solo económico, sino de visibilidad. Y si lo puede hacer una marca de cerveza ¿No lo podrían hacer las instituciones públicas, cuando es ese su principal cometido?
Nota: el próximo domingo 9 de marzo, está convocada una concentración de 11 a 14 horas con el lema TODOS SOMOS CULTURA, en la Plaza de Cibeles. El mundo de la cultura, uno de los más perjudicados por la crisis, se une por fin para hacerse escuchar, que falta está haciendo.
La dama boba