Un estudio de la Agencia de Derechos Fundamentales en la Unión Europea revela que 62 millones de mujeres han sufrido algún tipo de violencia física o sexual. Aunque apliquemos los más amplios márgenes de error, la cifra es una barbaridad. El estudio desmonta también algunos tópicos sobre la mayor incidencia del problema en los países latinos y sobre que el problema afecte más a las generaciones de mujeres de mayor edad. Según los datos, son las chicas más jóvenes, entre 18 y 29 años, las más expuestas a este tipo de violencia. Haber nacido y crecido en democracia, haber recibido una educación superior a la de sus madres y abuelas, no parece haberlas vacunado frente al problema, como no ha inmunizado a los varones de su edad del gen agresor.
La violencia de género está en la cola de las preocupaciones ciudadanas
Es muy significativo que, metidos de lleno en el siglo XXI, este sea el primer estudio de estas características a nivel europeo. Y lo es también que los estremecedores datos no hayan provocado una reacción inmediata de las instituciones europeas para promover medidas e instrumentos globales para prevenir y combatir el problema. Pero todavía es más preocupante que la divulgación de estos datos coincida en España con la publicación del último estudio del CIS que vuelve a situar la violencia de género en la cola de las preocupaciones ciudadanas; y en Francia, cuna de libertades, con la publicación de una encuesta que sitúa a Dominique Strauss Kahn como el preferido para presidir la república para el 56% de los franceses. Parece que estarían dispuestos a disculparle el escándalo sexual que le obligó a dejar la dirección del FMI y el proceso judicial que tiene aún abierto por proxenetismo.
La violencia contra las mujeres, la física y la sexual pero también la que se manifiesta sutilmente en formas de discriminación laboral y social, es una lacra insoportable. Y se agrava década a década en la medida en que no se erradica. Esa ausencia de políticas conjuntas a nivel europeo para acabar con ella es también una forma de cómplice agresión.
Isaías Lafuente