Se cumplen diez años de la mayor infamia que ha padecido nuestro país. Diez años del atentado con el que el terrorismo islamista segó la vida de 191 personas y truncó las de cientos y cientos de ciudadanos que resultaron brutalmente heridos por el atentado más devastador que ha sufrido España.
Este es, por tanto, un momento para el recuerdo emocionado, el apoyo y la solidaridad con las víctimas de la sinrazón y de la barbarie terrorista. También para el reconocimiento a todas aquellas personas, -personal sanitario, bomberos, voluntarios, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, ciudadanos anónimos- que dieron lo mejor de sí mismos para prestar la mejor atención posible en el peor momento que hayamos vivido en nuestra historia reciente. Y para valorar el esfuerzo realizado por la Justicia española para investigar, juzgar y condenar a los responsables de tal iniquidad, máxime en estos tiempos en los que todas las instituciones están sometidas al descrédito general.
«El PP podría haber remontado y haber ganado las elecciones»
Pero, dado que se cumple tan simbólica fecha, permítanme abordarla desde otra perspectiva.
Se ha dicho y escrito muchas veces que ese atentado cambió el curso de las elecciones de aquel año. Lo cierto es que pudo haberlo hecho, pero no en el sentido en que ha acabado asentándose como verdad incuestionable. En realidad, el PP podría haber remontado y haber ganado unas elecciones que tenía perdidas de haber actuado el Gobierno de forma distinta a como lo hizo y a como la ciudadanía percibió que lo hizo. Pero su actuación fue la que fue y su derrota, lejos de evitarse, se acentuó.
A decir verdad, en los meses previos a las elecciones se había ido acentuando la pulsión de cambio, como revelan los estudios del CIS. Un vistazo al preelectoral de marzo revela que el PSOE ya estaba por delante del PP en las preferencias de la ciudadanía para gobernar. Lo decía hace unos días José Luis Rodríguez Zapatero en una entrevista: “Yo estaba absolutamente convencido de que iba a ganar las elecciones, había una corriente muy muy fuerte, de fondo, por un lado de expectativa y, por otro lado, de hartazgo, de lo que había sido el gobierno de Aznar y del PP”.
«La corriente de cambio ganaba voltaje»
Y la campaña no hizo sino consolidar esa preferencia y las opciones de victoria. De hecho, las encuestas publicadas, siempre más conservadoras en sus pronósticos, revelan que en poco más de una semana el PSOE pasó de estar a 5 puntos del PP a reducir esa distancia a sólo la mitad (Pulsómetro de la SER).
Nuestro tracking diario, sin embargo, evidenciaba que el PSOE estaba experimentado un crecimiento continuo de medio punto diario en sus expectativas de voto. Hasta el punto de que el último día en que la ley electoral permite publicar sondeos, nuestro tracking nos daba empate técnico con el PP. Al día siguiente, ya nos daba medio punto por delante. Y el miércoles 10, la distancia se había elevado a 1 punto. La corriente de cambio, por tanto, estaba ganando voltaje.
Tengo grabado en la memoria dónde estaba aquel día. Como estaba al frente de la maquinaria electoral, apenas pude dedicarme a hacer campaña. Sin embargo, ese miércoles me encontraba de campaña en Lugo cuando me entraron los datos del tracking. Inmediatamente, llamé a Zapatero, que tenía mitin en Toledo, para trasladárselos. Con él se encontraba José Bono. Y, dado que estaba comiendo con un grupo de alcaldes de mi provincia, compartí con ellos lo que las encuestas nos decían y vaticiné que íbamos a ganar las elecciones.
«El Gobierno no generó ni certezas ni seguridades»
Alguna persona más conocía aquellos datos: entre otros un periodista, entonces director de periódico en Galicia y hoy de periódico nacional, a quien se los trasladé e hice el mismo pronóstico.
Lamentablemente, la sinrazón irrumpió en nuestras vidas la mañana de aquel 11-M y el duelo se instaló en nuestros corazones.
Sin embargo, estoy convencido de que el resultado electoral podría haber sido distinto si el Gobierno hubiera actuado de forma diferente a como lo hizo aquellos días aciagos. Porque en los momentos de incertidumbre, la ciudadanía vuelve la mirada hacia sus gobiernos en busca de certezas y seguridades. Y el Gobierno no generó ni certezas ni seguridades.
Creo sinceramente que si la sociedad hubiera percibido que el Gobierno actuaba con total y absoluta transparencia, con total y absoluta voluntad de concordia, de entendimiento, de unidad de todas las fuerzas políticas y de toda la ciudadanía frente al terrorismo, si hubiera hecho esa convocatoria de manera abierta y sincera, estoy convencido de que las cosas habrían sido distintas. La situación demandaba altura de miras, la sociedad reclamaba autoridad, credibilidad, certidumbre a su Gobierno, y no recibió ni percibió en él tal respuesta a sus necesidades.
Hasta el punto de que yo mismo puse voz a esa sensación general entrando en directo en Antena 3 la mañana del viernes 12 para decir que el Gobierno estaba ocultando información. Tal afirmación provocó una reacción desabrida del presidente del Gobierno que, además de negarlo, pidió al candidato socialista que me desautorizara. Cosas veredes.
Hoy sabemos que aquella sensación general de la que me hice eco respondía a lo que estaba sucediendo.
Como suele decirse, el tiempo da y quita razones.
José Blanco