martes, noviembre 26, 2024
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Hablando con propiedad

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Decía Carlos Llopis que “la oratoria es el arte de decir vulgaridades con corrección y propiedad”. Los matices a la hora de hablar son muy importantes y en la política se usa y abusa de la retórica para decir a toda costa lo que interesa, incluso a costa de la verdad, que es la que menos suele interesar. Por ejemplo, ahora que la primavera ha llegado, seguimos sin ver “brotes verdes”. Ni tan siquiera el Gobierno se atreve a usar esta expresión de Zapatero. Pero quiere convencernos de que las cosas van mejor bajo su mandato y nos suelta “perlas” tan finas como que “los sueldos no bajan, sino que suben moderadamente…” (Montoro dixit).

Nos suelta “perlas” tan finas como que “los sueldos no bajan, sino que suben moderadamente…” (Montoro dixit)

Volviendo a la encuesta de los mejores amantes, seguro que más de uno en España ha respondido al encuestador de la web OnePoll (su autora) que en este país el personal está como indico entre comillas al principio de estas líneas. Camilo José Cela, cuando fue diputado por designación real en los tiempos constituyentes, fue reprobado por alguien que le afeó que se había quedado “dormido” en el escaño durante una de las sesiones parlamentarias. El Nobel corrigió a su censor y le dijo que lo que estaba era “durmiendo” y aquel le replicó: “es lo mismo”. Pero no. Cela se lo explicó con una claridad meridiana que sólo él sabía exponer: “No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”. Pues eso.

“No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”

Prometo no volver a utilizar en esta columna palabras tan feas, como “dormir” o cualquiera de sus declinaciones. Pero viene esto a cuento de la propiedad (o más bien, la carencia de ella) con la que nuestros “padres de la patria” pretenden hacernos ver lo blanco, negro, o viceversa en función del partido al que pertenezcan y si éste ocupa el Gobierno o es de la oposición.

Y ya que estamos con los matices, repito lo que escuché ayer mismo a otra persona: “Somos un país curioso –decía-. La clase obrera no tiene obras; la clase media no tiene medios; la clase alta no tiene clase”.

Lo dicho. “Contentos” nos tienen.

Carlos Matías

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