Mi viaje se va dibujando de perfiles con nieve. Las montañas van enfriando la Meseta adelgazando el tiempo hasta pararse en presente absoluto al llegar a Segovia. Se respira aquí pureza de pueblo mientras contemplo el eterno camino de agua que, desde Roma, une a la Creación – custodiada en manantiales de vida – con el hombre.
Me guía el acueducto hacia una calle donde resuenan mis pisadas. Hacia la izquierda se me aparece un monasterio oculto con cañones. Me identifico, saludo para ser bienvenido por una mujer cabo con sonrisa de galones rojos, como los míos de antaño, en mi antiguo regimiento en la mítica mili. Estoy en el sancta sanctorum de la Artillería Española, el centro de formación de oficiales más antiguo del mundo en activo.
Hace 250 años fue gestada esta empresa por un monarca ilustrado, Carlos III, para unificar la enseñanza y empujar el desarrollo. Nacida en la fortaleza del Alcázar – eslabón siguiente en la historia desde una ciudad que solo alberga historia – de ahí pasó por vía de fuego al exconvento de San Francisco, que me acoge hoy, para ser hogar definitivo.
Tomo café ante chimenea sin fuego, hogar de bienvenida, mientras se escuchan rumores de alumnos que van y vienen. De la capital del reino van llegando periodistas – yo he venido desde la otra capital, la imperial desconocida -. Aparece el Comandante Alaa, parece que fue ayer cuando las maniobras, y ya es hoy, comenzando otro año de efervescencia conmemorativa.
Convocados para la rueda de prensa, el General Alfredo Sanz y Calabria inicia la presentación de la mejor manera, de la boca de un sabio, primer profesor de la Academia y que merecería monumentos por todo el territorio nacional: Antonio Eximeno Pujades, jesuita de biografía fértil que nos marca su idea definiendo al Oficial de Artillería como matemático, histórico, político, filósofo y… héroe.
He aquí un arquetipo complejo, un modelo de hombre que se debe de forjar desde un modelo educativo. Aquí en nuestra España, ocupada siempre en negarse a sí misma buscando ejemplos de fuera, resulta que nuestro Eximeno ya había creado un modelo de vanguardia, adelantado, con una visión completa del hombre. El General lo desempolva del olvido ante nuestros ojos para reivindicarlo en forma de excelencia. La excelencia es amor a la enseñanza, criterio, desde la tradición a la innovación y que dará a luz en forma de Certificado en 2017.
Pero mientras tanto estamos en 2014, y en este espacio de aniversario hay mucho que hacer. Se trata de enseñar celebrando, celebrar enseñando esos rasgos del hombre que esbozo el gran jesuita. Desde la teoría a la práctica se genera desde la plataforma del método un héroe para servir a España. Eso es todo. Este año para compartir la celebración en Segovia habrá conciertos en la universidad, fotografía en museos, muestras de ingeniería militar y, por supuesto, arte.
Se acaba la charla del general y el brigada Muñoz Zapata nos lleva a visitar el recinto, el monasterio acuartelado o el cuartel santificado. El claustro en su soledad está lleno en su espacio de recuerdo de monjes en oración y placas de héroes caídos por la patria. En ese ambiente intemporal se abre en museos de armas que muestran una evolución exacta de lo que es la artillería española.
Bajamos al aula, de espoletas y pizarra de antaño, retorno a la colección de minerales, rocas y fósiles más antiguo del mundo, fechado en 1711 «dicen los ingleses que el suyo es más antiguo…peo no está fechado, este sí». El brigada ama la academia y se nota en la claridad de su explicación que da el cariño por su trabajo. Tras pasar el salón de estandartes rojo y negro bajo nombres de victorias y fechas de gloria nos enseña el libro de renuncias, documento que resume por si solo el espíritu de un cuerpo.
Terminamos en la biblioteca, rodeados de la historia testimoniada en pergaminos, publicaciones de la Academia y bulas para leer libros prohibidos. Me aparto del grupo para hacer fotos y tras la ventana entra un sol cuarteado por un acueducto que siempre impone su permanencia. Fuera, Roma, dentro la cristiandad, rodeándonos la Academia. España en estado completo.
Salimos juntos y serenos como en un paseo infinito despedidos por banderines, guiones, estandartes y banderas que dibujan alegres los colores de una España custodiada y creadora.
Ya fuera peregrinamos hacia el acueducto para terminar en una bodega comiendo tostón y reflexionando ante mi jarra de vino que 250 años no es nada en un escenario donde todo es un cruce de miradas con lo permanente.
En fin, esto es apenas un prólogo y desde este rincón personal iré narrando este aniversario fundante de acontecimientos para animar a los lectores que vayan a Segovia para que, en este paseo por la vida eterna, se reconozcan a sí mismos.
J.M. Novoa