viernes, noviembre 22, 2024
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¿»Supervivientes»? ¡Ja, ja, ja!

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Mahatma Gandhi, a los 74 años, estuvo 21 días sin comer. En Suecia, Peter Skyllberg, de 44 años, sobrevivió dos meses enteros comiendo tan sólo nieve y hielo, tras haber quedado atrapado en una zona desierta sobre las gélidas tierras del norte, dentro de su auto y a una temperatura de -30° C. En Honduras, tres jóvenes supuestamente esbeltos y que cuidan su físico a diario, no han tardado ni una semana en abandonar un reality de supervivencia.

Oriana Marzoli se ha ido porque llovía mucho (algo increíble para ella en pleno Caribe) y porque no le gustaba el coco. Razones sin duda suficientes como para afirmar sin pudor que «O me voy de aquí o me tiro al mar y me ahogo». Pese a que la audiencia, la misma que, según Mercedes Milá, decidía si un concursante se quedaba o no, habría votado en masa porque se tirara al mar (sobre todo por «tonta», por pensar a lo mejor que la pagaban por ir a Punta Cana a tostarse al sol y a ponerse hasta el culo de «margaritas»), el programa ha optado por no cargar con una muerte a sus espaldas y se la ha traído de vuelta a España ante la desilusión general. ¿A alguien le puede caer bien una persona que también decía que quería irse porque «no soporto verme las uñas tan feas»?

Alberto Santana, pese a su aspecto tan saludable, ha regresado porque los médicos le han dictaminado un cuadro de aritmias que precisaban un estudio en profundidad en la madre patria. Lo curioso es que ahora ha confesado que ya las había tenido en alguna ocasión con anterioridad. Primera conclusión: o a los concursantes no les han hecho ningún tipo de chequeo médico o, en caso contrario, los doctores que se los hicieron estaban en primero de carrera. 

Antonio Tejado, la expareja de Chayo Mohedano y el que era considerado como uno de los más fuertes de «isla bonita», está en el hospital por una caída que le ha provocado fuertes dolores de espalda y dice que «no sé si voy a poder seguir». Volvemos con los médicos de antes: el chaval ha reconocido que ya sufría de problemas de espalda con anterioridad y que la caída le había provocado un nuevo tirón. 

Mientras, la «Pelopony» (con un nombre así no debería salir de casa) ha forzado su expulsión (así se lo pidió a sus «seguidores») porque sus compañeros al parecer la hacían el vacío y ella se sentía «sola». Lo mejor fue su frase «me acuerdo de los gays y florece todo». Si hay una nueva edición en vez de en Honduras en Chueca, seguro que vuelve.

Su ejemplo es el que quiere seguir Anabel Pantoja, que se las apañó para que todos los demás concursantes la nominaran para así poder pedir también al respetable que la echen y evitar la indemnización que tendría que pagar si abandonara por su cuenta. Por mucho que el llevarle la contraria equivaldría a la salida del «chino respondón», uno de los pocos que da cierto juego, habría que mandar a éste a su casa en Bilbao y dejar a la sobrina de la Pantoja para ver si le termina pidiendo a ésta que le pague el «rescate» y la saque de allí como sea. 

Lo peor es que a los que se van la producción les busca sustitutos de inmediato, con el mismo tirón que el de los anteriores. Es decir, ninguno. De momento han perdido ya 434.000 espectadores en una semana. De seguir a ese ritmo el programa se quedaría en poco más de un mes con menos gente que concursantes en las dos islas. Para qué perder el tiempo. Como no pueden echarles a todos ellos a los tiburones de carnaza, por mucho que se les hubiera pasado por la cabeza para ganar audiencia, quiten el programa y todos saldremos ganando. ¿Supervivientes? Me parto de risa.

La mosca

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