sábado, noviembre 23, 2024
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«No tendrás coj… para hacerlo»

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La interjección que asume los puntos suspensivos en el titular fue pronunciada en el transcurso de un almuerzo, entre dos personas cultas y cultivadas, allá por el año 2008.

Con esa expresión, uno de los comensales exteriorizaba un estado de ánimo, que a su vez era una incitación al contrario, para que hiciera realidad una propuesta que resultaría difícil de asumir por los mortales no presentes en aquella comida de carne y vino, bastante vino.

Un amigo de uno de los comensales allí concurrentes me señaló unos años más tarde: “Lo hizo todo el vino, fue lo que llevó al acuerdo de la gloria”. Con el paso del tiempo uno de ellos cambió el morapio  por el Moét & Chandon  y el otro dejó a un lado los placeres etílicos.

Pero nos habíamos quedado en la mesa de aquella comida de carne y vino y la famosa frase arriba mencionada.

Corría año 2008 cuando un joven Guardiola deambulaba feliz con su carnet de entrenador enseñando a las promesas del Barcelona. Tenía pelo y sueños. Ganas de comerse el mundo, pero en ese momento estaba en un almuerzo con “el que iba a pagar” que no cesaba de insinuarle, tantearle, sugerirle o cortejarle para que fuera entrenador del Barcelona Club de Futbol. “No tendrás coj…. para hacerlo”, replicó amenazante el joven Pep.

Pero el que “iba a pagar” los tuvo, los tuvo. Y la jugada le salió perfecta a Laporta, por aquél entonces presidente culé.

El antiguo mediocentro llegó al Camp Nou de entrenador y su primera decisión fue enseñar la puerta de salida a la por entonces gran estrella brasileña, Ronaldinho. Los galones sobre el campo fueron para una pulga muy joven: Lionel Messi.

Lo que sucedió en los cuatro años posteriores, todos lo sabemos. Cuatro años  de éxitos, al quinto Guardiola descansó. Se marchó. Fue listo.

Decía el escritor y dramaturgo norteamericano Tennessee Williams que “siempre hay un tiempo para marchar, aunque no haya sitio a donde ir”. Guardiola  debía conocer la frase.

Y saco esto a relucir para demostrar que tanto a Rosell como a Bertomeu, últimos mandatarios blaugranas, les ha faltado mesa y mantel, más vino, para arreglar la situación actual del Barcelona. No hay equipo, algunos jugadores viven su último suspiro metidos en el juego sucio sobre el césped (entiéndase Alves), otros deambulan mientras cobran cifras estratosféricas (más de tres) y el que más aguanta el chaparrón de un entrenador de futbol que sabe menos que él (hablemos de Iniesta). Y por encima, la mega estrella que decidió no jugar este año, sobre todo desde que se enteró que ganaba menos que Neymar.

Hubo presidentes, se puso entrenador, se ficho entrenador, más ninguno se atrevió a escanciar un buen vino. Así les ha ido. El Barcelona ahora está muerto.

Y que tomen nota. En 1.964, el entonces entrenador del Real Madrid, Miguel Muñoz, iba a facilitar la alineación del equipo que se enfrentaría en semifinales de copa al Atlético. En la lista no figuraba Di Stéfano y ante su temor por no incluir a la gran estrella el míster presentó su dimisión. La presentó, pero Bernabéu no la aceptó. La Saeta no jugó, se marchó y el Madrid volvió a ser campeón de Europa.

Y es que Don Santiago siempre tenía coj….

JA Ovies

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