«Volvemos, y el problema, como el dinosaurio de Monterroso, sigue estando ahí». El alto cargo gubernamental que pronuncia estas palabras se refiere, claro, a Cataluña. No al País Vasco, «un conflicto definitivamente aparcado… por ahora, aunque suene a contradicción, aunque se griten cosas quizá excesivas en el 'aberri eguna'. El retorno a la normalidad laboral, en casi todas las comunidades (algunas prolongan este lunes el festivo), marca el inicio de lo que algunos dirigentes de partidos consideraron, en conversaciones privadas, nada menos que un nuevo curso político. Tal es la sensación de que una renovación a fondo, en los parlamentos y en los hechos, se hace cada día más necesaria.
Los indicios de un cierto retorno a la bonanza económica, demostrada en la alta ocupación hotelera en esta minivacación de Semana Santa, van a constituir el motivo principal en los discursos de los mítines del Partido Popular, en general, y de su presidente, Mariano Rajoy, en particular. Una reivindicación a la que desde el PSOE se responderá preguntándose quiénes han sido los que han llenado los hoteles, porque hay muchos datos que indican que los bolsillos de una mayoría de españoles siguen vacíos.
Pero, más allá de este casi eterno debate económico, lo cierto es que todos los partidos, todos, reconocen la necesidad de una ofensiva política que 'normalice' situaciones tan anómalas como la que se vive en la relación entre el Gobierno central y la Generalitat de Catalunya, o el estallido casi continuo de filtraciones que muestran una corrupción quizá del pasado, sí, pero del pasado muy reciente.
Tanto en el PP como en el PSOE se detectaba estos días una considerable ansiedad por conocer el contenido de los parlamentos de este domingo en el 'aberri eguna'. El grado de identificación que el lehendakari Iñigo Urkullu pudiese, o no, mostrar con las aspiraciones secesionistas catalanas parece uno de los claros indicios sobre hasta qué punto pueda darse en Euskadi un 'contagio' de la 'doctrina Artur Mas'. No pueden olvidar el Gobierno ni el principal partido de la oposición que PNV y CiU se integran, junto a Coalición Canaria y al Compromiso por Galicia aglutinado por el BNG, en una 'coalición por Europa' ante las elecciones del 25 de mayo. Una coalición que se presentará dentro de una semana en Madrid, con Urkullu y Mas de la mano.
Pero, aparte de un par de mítines conjuntos, no parece que el lehendakari tenga demasiado interés, dicen algunas fuentes peneuvistas, en identificarse demasiado con la marcha que el presidente de la Generalitat está imprimiendo a sus planes: demasiado caótica, excesivamente vociferante, llena de errores. Urkullu, un político en el que priman la prudencia y la huída de posiciones altisonantes, ha dicho alguna vez, en privado, pero no lo bastante como para que no trascienda, que Artur Mas podría terminar como Ibarretxe. Es decir, que sus posiciones extremadas podrían no solamente acabar con él, sino siendo una vacuna para combatir las posiciones más abruptamente independentistas.
No parece que el lehendakari tenga demasiado interés en identificarse con la marcha de Mas
Guste o no guste a Rajoy, que se queda solo en su rechazo a la reforma constitucional como 'vía de solución catalana', y a Rubalcaba, que, paradójicamente, tiene que defenderla casi desde la soledad, van a ser Cataluña y su futuro inmediato los temas que se van a convertir, en todo caso, en el principal de la campaña electoral europea. Una (pre)campaña que estalla ya esta semana que comienza en toda su virulencia, y en la que probablemente sean Europa y sus problemas el asunto menos tratado: vamos a escuchar mucho, ya digo, sobre Cataluña, algo sobre las corruptelas pasadas en el PP y sacadas a la luz por el juez Pablo Ruz, y bastante sobre esos 'desvíos de fondos' europeos destinados a la formación y encauzados hacia otros intereses en la Andalucía socialista.
Sorprende, por cierto, el silencio de los líderes sindicales y muy particularmente de la presidenta de la Junta andaluza, Susana Díaz, sobre este último aspecto . Parece incluso probable que la señora Díaz aparezca en algún momento denunciando los 'manejos' de Interior (concretamente, de la ya famosa UDEF, la unidad de delitos económicos y fiscales de la policía) a la hora de presentar exageradamente este asunto. «Menuda campaña nos espera», me comentaba, esta semana, un cargo del Ministerio que regenta Jorge Fernández, asustado por las encuestas que dicen que el bipartidismo está llegando a su fin. Yo diría que las cosas se aceleran notablemente, sí. En todas partes, menos, por ahora, en los despachos oficiales.
Fernando Jáuregui