Ni el más vezado de los analistas puede prever a día de hoy qué va a suceder en y con Ucrania. El país sufre las consecuencias de una nueva guerra fría no declarada entre Rusia y Estados Unidos y la Unión Europea. Guerra fría o paz fría, como quieran llamarlo, pero el caso es que la distensión lograda entre Rusia y esta otra parte del mundo parece a punto de congelarse.
Lo cierto es que Ucrania es una víctima, sí, víctima de la corrupción de su anterior presidente, al que Putin sostenía como una marioneta porque le venía bien para sus intereses en la zona. Y víctima de la codicia de la Unión Europea por un lado y del deseo de Estados Unidos de acorralar a Rusia.
Ucrania es víctima de Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos
Algún día se conocerá quiénes de verdad incendiaron el Maidán, la plaza de Kiev donde se desató la protesta contra el gobierno corrupto de Viktor Yanukovich, y que dieron lugar a una especie de «golpe blando» que llevó a la destitución de Yanukovich y al nombramiento de un gobierno que no ha salido de las urnas sino que es fruto de un acuerdo entre los líderes del Maidán.
La realidad es que a la Unión Europea y a Estados Unidos lo único que les interesa de Ucrania es convertir a este país en otra parte del «mercado» amén de poner nerviosa a Rusia estableciendo su influencia en el límite de su frontera. En cuanto a Rusia, lo que no soporta es precisamente esto, que se le instalen a la puerta de su casa y mucho menos de que la UE y Estados Unidos pongan a Ucrania bajo su influencia. Y en medio, los ucranianos, gente dura, acostumbrada a sufrir, y que ven cómo su país navega a la deriva. Unos creen que la solución a sus problemas está en la UE sin preguntarse por el precio, el elevado precio que tendrán que pagar. Otros defienden continuar bajo la tutela de Rusia por la sencilla razón de que son rusos y porque las zonas en las que viven han pertenecido históricamente a Rusia.
La realidad es entre los intereses de Rusia y los de la Unión Europea, versus Estados Unidos, los ucranianos en medio están librando un guerra civil cuyo resultado final es incierto. A esto hay que añadir las consecuencias que para el resto del mundo va a tener y ya está teniendo el enfrentamiento entre la Unión Europea y Estados Unidos con Rusia.
Es de suponer que la industria del armamento está de enhorabuena y que sus cuentas de resultados van a engordar a cuenta del dinero de los contribuyentes. Pero lo que es evidente es que está crisis solo puede tener consecuencias negativas para los ucranianos y para el resto de los europeos.
Nunca como en esta crisis ha sido tan evidente cómo las potencias llevan a cabo juegos peligrosos que nada tienen que ver ni con la paz ni con nada que tenga que ver con los problemas reales de la gente.
Pobre Ucrania, a la que los intereses bastardos de los unos y de los otros, de Rusia y de Estados Unidos y la UE, han convertido en el nuevo campo de batalla de la guerra fría, esa guerra de la que siempre sacan tajada unos cuantos.
Julia Navarro