No se les ocurra contratar la tarifa fija que ofrecen las eléctricas; desde la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia hasta las organizaciones de consumidores, que la han calificado de «insulto al ciudadano», lo desaconsejan.
Las eléctricas, esas compañías que siempre ganan, se vieron obligadas por la CNMC a presentar una oferta de tarifa fija para que el consumidor, tan castigado por la crisis, la subida del IVA y la bajada de salarios, pudiera hacer la previsión de gasto a un año. Eso de fijar los precios, con lo fácil que es subir la luz en este país, no gusto nada a las eléctricas que, como si estuvieran concertadas, hicieron unas ofertas draconianas; todas ellas en la misma línea. El incauto que, llevado por el miedo a no poder pagar las tarifas variables, caiga en la trampa, no solo pagará más sino que se verá atrapado por un contrato que, de incumplirlo, lleva penalizaciones varias.
No hay escapatoria. El Gobierno, con gran despliegue publicitario se cargó la subasta eléctrica y dio a entender que se iba a poner orden en el sector. Pasados los meses todo vuelve a sus cauces: unos a ganar y los otros a pagar. Lo grave de la situación es que este invierno miles y miles de familias no han tenido calefacción al no poder pagar una electricidad que, por cierto, es la más cara de Europa. Es lo que se llama la pobreza energética que no discrimina a niños o ancianos y que, junto con la carestía de los alimentos, supone el último paso en la sima de la pobreza extrema.
Este invierno miles y miles de familias no han tenido calefacción al no poder pagar una electricidad que, por cierto, es la más cara de Europa
Es cierto que no se puede culpar solo a este Ejecutivo del desmadre de precios de un bien básico como es la luz. El desaguisado viene de legislaturas anteriores y ha sido como una bola de nieve que ha llevado a la ciudadanía a tener una deuda con el sector imposible de pagar. La solución puesta en práctica por el ineficaz ministro Soria consiste en cortar por lo sano las ayudas a las energías alternativas. Como conclusión, la deuda permanece, las tarifas siguen por las nubes y el retroceso en la inversión de energías como la eólica o la solar es abrumador. Concretamente ha caído a niveles de 2001.
Pero, ¿han perdido las compañías españolas de electricidad con el recorte? Pues no debe ser muy grave la cuestión cuando que Iberdrola, por poner un ejemplo, está construyendo el mayor parque eólico marino en Gran Bretaña y tiene otros proyectos en cartera en Francia y Alemania. Sencillamente para invertir se han marchado de su país.
Es decir, si nadie lo remedia, y no parece que la actual clase política esté muy capacitada para ello, vamos a seguir con la absoluta dependencia del gas y el petróleo exterior con el riesgo de desabastecimiento y fluctuaciones de precios en el mercado, mientras Europa opta claramente por las renovables que le construyen unas compañías españolas que cobran, aquí, las tarifas más caras de la UE.
Lo dicho: una tomadura de pelo.
Victoria Lafora