Menudo alegato el de Miriam González en favor de la implicación de los hombres en la crianza y educación de los hijos. Un alegato que termino con esta frase contundente:«Aquellos que tratan a sus mujeres como sus iguales tienen más cojones». Ahí queda eso.
La señora González es la señora Clegg, esposa del vicepresidente del Gobierno británico. Lástima que en el mundo anglosajón las mujeres pierdan su apellido y tengan que adoptar el de sus maridos. Pero yo me voy a permitir hablar de ella como la señora González. Resulta que Miriam González es española, vallisoletana por más señas y está casada con el jefe de filas de los liberales británicos que además ejerce de Vicepresidente del Gobierno.¡Casi nada!.
Bueno, pues a lo que parece a Nick Clegg le suelen criticar desde filas conservadoras, e incluso desde sus propia filas, porque concilia su vida familiar con su vida política. Vamos, que procura llevar a sus hijos al colegio o al dentista. A lo que parece en la casa de los González-Clegg procuran conciliar vida profesional y vida familiar.
El señor Clegg junto al resto de sus colegas de Gobierno intenta poner en marcha un sistema de bajas paternales, algo que afortunadamente ya tenemos, al menos en parte, en nuestra legislación. Pero claro hay quienes creen que los hombres tienen que dedicarse a trabajar fuera de casa y las mujeres a cuidar de los hijos, como si el hecho de que un hombre concilie vida profesional con vida familiar pudiera ir en detrimento de su trabajo. Una actitud machista de arriba abajo.
Los hombres que tratan a las mujeres como sus iguales lo que de verdad tienen es: cerebro.
Resulta tremendo que a estas alturas haya que seguir luchando por establecer la igualdad en el ámbito familiar, porque los hombres se corresponsabilicen de las cosas de la casa y por supuesto del día a día de los hijos. Para eso hacen falta leyes, claro que sí, pero sobre todo educar en el valor de la igualdad. Que desde la escuela se enseñe a los niños que no tienen ningún privilegio por el hecho de haber nacido varones y que las niñas no están para facilitarles las cosas cotidianas sino que se trata de compartir responsabilidades.
Pero aún hay mucho machismo incluso en las sociedades más desarrolladas, y la británica lo es. Por eso tiene especial valor que Miriam González en una acto público donde intervenía su marido precisamente para apoyar una nueva legislación que permita la conciliación, ella dijera alto y claro que cuidar a los hijos no afecta el nivel de testosterona de los padres, y que son precisamente los hombres que tratan de igual a igual a sus mujeres los que tienen «más cojones». Pero en mi opinión el problema no es de «cojones» sino de cerebro. Los hombres que tratan a las mujeres como sus iguales lo que de verdad tienen es: cerebro. Porque solo un estúpido puede creerse superior a una mujer por el hecho de haber nacido varón. Y solo un egoísta puede intentar que toda la carga de la familia recaiga sobre la mujer mientras el se dedica en exclusiva a su trabajo.
Educar en igualdad supone que este sea uno de los valores que se enseñen desde la escuela pero también en casa.
Las mujeres llevamos décadas haciendo bien nuestro trabajo fuera de casa y además ocupándonos de nuestros hijos y de que haya leche en la nevera. Y si nosotras lo podemos hacer ellos también. Vamos, que no es cuestión ni de falta ni de exceso de testosterona, sino que se trata de tener relaciones de igual a igual.
Todavía queda camino por recorrer en el camino de la igualdad no solo en cuanto a leyes sino sobre todo en educación. Y educar en igualdad supone que este sea uno de los valores que se enseñen desde la escuela pero también en casa.
Ya está bien de esos hombres que se comportan como si su trabajo fuera el más importante del mundo y son incapaces de ir a buscar a sus hijos al colegio, llevarles al médico o hacer los deberes con ellos, mientras que las madres son capaces de ir a trabajar, llevar la casa, ir y venir con sus hijos de casa al colegio, al médico, o a clases de inglés. O bien nosotras somos el «super-hombre» o ellos son rematadamente tontos unos o listillos egoístas y caraduras otros. La cuestión es que si nosotras podemos ellos también. Así que a ello.
Julia Navarro