Después de gastar litros de bolígrafo, blocs, y batería de tabletas, los finos analistas que adelantan los presagios del presidente se quedan en alumnos aficionados de Rappel. Y eso que presumían de comer en las mejores mesas de Madrid. Páginas y páginas en las que se glosaban cambios a tutti plen en el ejecutivo para que luego la novedad sea la ministra de agricultura García Tejerina, y se acabó. Por lo menos es para enviarlos al rincón de pensar un buen rato aunque dudo que reconozcan error porque están tocados por el ángel divino de la certeza; una suerte. Esta vez Rajoy ha decidido vivir sin tertulianos y de paso reírse del ritmo capitalino.
No estaría mal leer alguna línea de arrepentimiento, un pequeño acto de humildad tras la metedura de pata, tampoco leímos que García Tejerina fuera la candidata oficial. Ha sido todo tan rocambolesco que nadie tiene que decir nada, y son los mismos que en Semana Santa habían purgado a medio ejecutivo. Por desgracia no contamos con La Codorniz que albergaba una cárcel de papel. Podíamos crear otra cibernética como en la que viajaban los malos de Superman por el espacio. Si alguien cree que se van a arrepentir o pedir excusas lo lleva claro, el fino analista nunca reconoce un error y siempre avanza, de hecho ahora está muy centrado en Rusia como antes en las verjas de Ceuta y Melilla. Saben de todo, han hablado con Putin, han jugado unas canastas con Obama pero cuando se ponen a pontificar se quedan solos. Y si dudas de sus opiniones te llaman Zapatero o un insulto mayor.
El estado de la opinión es otro escalón en la sociedad desarrollada, hay demanda de comentarios ajenos, ya decían en Johnny Guitar: miénteme, dime que me quieres. Mentiras dulces que hagan parecer que entre el poder y los medios sólo ellos son el puente hacia la verdad, y con esta última no crisis de Gobierno ha quedado claro hasta dónde pueden hacer el ridículo. Decía un héroe de dibujos animados: hasta el infinito y más allá.
Salvo que nos quieran hacer ver que estamos ante un Gobierno de cesados que no lo saben, fantasmas de La Moncloa, aquellos que se iban a ir continúan y los que esperaban entrar lloran porque la primavera afecta al lacrimal debido a las alergias. Ahí siguen Báñez, Wert, Gallardón, Mato y Fernández Díaz. Auténticos soldados de terracota en el ejército del presidente. Hasta a Gallardón le han salido canas blancas por lo que pudiera pasar. Previsiblemente que Rajoy haya calculado un movimiento envolvente para llevarse al fondo a los opinadores que fallaron con tanto acierto. No siempre se puede vivir en la divinidad. Y de pedir perdón de momento no se contempla, ¡buf, qué pereza!
Rafael Martínez Simancas