La cosa se pone ya hasta graciosa, que es el momento en el que se pierde -o se gana- dramatismo en los conflictos políticos, económicos o sociales. Que un nutrido grupo de Mossos d'Escuadra le cante a la cara al president Artur Mas aquello de «que viiiva Eeespaaña», la popularísima canción del muy español Manolo Escobar, no deja de ser como para tomárselo con cierta sorna. Protestaban los policías autonómicos catalanes ante su jefe, el conseller de Interior, y ante la fuente de todo poder, el molt honorable president de la Generalitat, por ciertos recortes salariales que les han impuesto, y no se les ocurrió nada mejor que chinchar al mando supremo lanzándole a la cara, cual venablos, los estribillos de una añeja canción que ya no canta, siento decirlo, ni Manolo el del bombo, que es otra institución patria.
Hombre, utilizar, para fastidiar, una canción en la que se dan vivas a España como si escucharla fuese lo peor que le puede ocurrir a un jefe de personal que te recorta el sueldo, no deja de ser una más de las muy peculiares cosas que están ocurriendo en Cataluña. Y, por cierto, también en el resto de nuestro país, es decir, el Estado, es decir, España. Si yo fuese Mas, su lugarteniente Homs, o el propio conseller de Interior, que responde al nombre de don Ramón Espadaler para más señas, no me tomaría la cosa a risa, no vaya a ser que en la próxima protesta les canten lo de 'no me gusta que a los toros te pongas la minifaaardaa'. Y ya jugar con lo legalmente prohibido, o sea la fiesta nacional, eso sí que no.
¿Qué van a pensar en Europa, tan serios, ante estas muestras, versión catalana y policial, del muy hispano sentido del cachondeo? Pues yo diría que algún burócrata cabeza de huevo, allá en su despacho de Bruselas, habrá comentado, ajeno a la tragedia patria que se cierne sobre nuestras cabezas: «manda huevos, estos españoles…»
Fernando Jáuregui